La historia que les voy a contar, empieza inmediatamente después de que Juan Escutia golpea, en 1847, contra las raíces de los enormes árboles y rocas que rodean el hermoso Castillo de Chapultepec, herido de muerte por las balas invasoras de los yanquis imperialistas. Era la mañana de un domingo tranquilo, apacible, los cadetes del Heroico Colegio Militar se disponían a realizar sus labores cotidianas cuando fue la invasión.
En el momento en que Juan Escutia intentaba levantarse para seguir luchando por nuestra patria, la muerte lo sorprendió, pero antes de abandonar esta hermosa vida de gloria por haber defendido la Bandera Nacional, vio, entre la penumbra de las balas y la muerte, la figura de un pequeño niño de aproximadamente diez años, flaco, hambriento, con un sombrerito de paja derruido, huaraches de correa boleados con polvo, desprotegido por la sociedad atroz de aquellas épocas, quien tomaba la bandera entre sus manos y la apretaba contra su pecho, como sintiéndose uno con su pendón tricolor. Por un instante, con ojos de profunda melancolía, miró a Juan Escutia y le dijo con su voz aun infantil:
- Señor, yo... cuando tenga la edad suficiente, tomaré o continuaré la hazaña que usted ha iniciado, y no dejaré que la sangre que ahora usted derrama sobre nuestra suelo mexicano sea en vano, yo señor, juro proteger a nuestra patria y establecer la justicia entre los pobres que habitan en nuestro México.
Juan Escutia murió con ese consuelo patriótico, de que todavía tenia México, entre sus hijos, a hombres valientes que eran capaces de dar la vida por su patria.
Francisco, a quien así le llamaban todos sus amigos y sus padres, aunque en realidad otro era su nombre, es el niño que tomó la bandera cuando Juan Escutia expiró, la guardó celosamente por varios años, depositándola en manos de su querida madre, al morir su madre, este pequeño héroe llevó siempre consigo el pendón tricolor que tomara de las manos de aquel pequeño joven cadete que se arrojara de las almenas del Castillo de Chapultepec en ese intento heroico por no permitir que mancillaran a nuestra patria representada por nuestra enseña tricolor.
La patria mexicana resolvió el problema con los invasores norteamericanos y volvió, en parte, la paz a nuestras fértiles tierras cundidas de hombres agrestes y, al parecer, hechos de bronce fundido.
Los años pasaron, las revueltas se sucedieron unas y otras, tuvimos que soportar la invasión francesa, la española, la norteamericana, las luchas internas por el control de nuestra patria en la época de la Revolución Mexicana, México fue una patria de constantes problemas bélicos, aunque nunca le declaró la guerra a ningún país, excepto a Alemania.
Francisco, aquel pequeño que encontrara a Juan Escutia en su lecho de muestre, siguió viviendo en nuestro México y se desarrolló con un espíritu amargo hacia todo aquello que representaba represión y abuso por parte de las autoridades de aquella época. Se cuenta que en una ocasión un representante del gobierno abuso sexualmente de una de sus hermanas, y Francisco, aun con la debilidad de su infancia, mató de forma brutal a quien se atrevió a abusar de aquella pequeña que aun era una niña, Francisco tuvo que huir de la mano de la supuesta justicia, aunque él solo había pagado con la misma moneda al abusivo servidor publico que había mancillado el hogar de sus padres.
Francisco creció y lo alcanzó la revolución, la cual fue uno de los problemas que mas huella han dejado en la historia de nuestro país. Es ahí donde surge uno de los mas grandes caudillos de nuestra patria, su verdadero nombre es Doroteo Arango, conocido como el Centauro del Norte, quien combatió en forma excepcional contra las fuerzas federales buscando darle paz y justicia a nuestra nación, Doroteo Arango, el zorro del desierto, orgullo de México por su valentía y astucia, cuenta la historia que su cabeza no está sepultada con su cuerpo, ya que los norteamericanos se la llevaron para estudiarla, porque no daban crédito a todas las formas de guerra que puso en practica, incluso invadió a los Estados Unidos y les devolvió con ello, la invasión que los yanquis nos hicieron cuando mataron a Juan Escutia.
Pancho Villa por el norte y Zapata por el sur, fueron los dos mas grandes revolucionarios, en un país lleno de héroes, como Narciso Mendoza, el Niño Artillero, Juan José de los Reyes Martínez, el Pípila, (aunque en México aun queda cañones por disparar y alhóndigas por incendiar).
Francisco Villa, aunque hombre inteligente, encontró la muerte, pero solo con la traición, porque de frente, no existía hombre sobre la tierra que lo pudiera derrotar. Fue una triste mañana, en Chihuahua, el 20 de julio de 1923 en una emboscada al cruzar el puente Guanajuato donde fue asesinado, no por los federales, ni por Carranza, sino por un mercenario de Adolfo de la Huerta, el nuevo Presidente de México de ese entonces.
Cuando Francisco Villa se desangraba en el auto donde viajaba, logró sacar de entre sus ropas, aquel hermoso pendón tricolor que había quitado de las manos de Juan Escutia cuando era niño, y cuando iba desvaneciéndose, recordaba aquellas palabras infantiles que le dijo al joven cadete durante su muerte: “Señor yo, cuando tenga la edad suficiente, tomaré o continuaré la hazaña que usted ha iniciado: proteger a nuestra patria y establecer la justicia en nuestras tierras mexicanas.” Los ojos de Francisco se quedaron mirando el cielo infinito, pero en sus últimos suspiros sabía que no había defraudado a Juan Escutia y moría orgulloso de haber dado su vida por México, lo mismo que Juan lo había hecho algunos años antes.
El destino había dado la oportunidad a dos grandes héroes mexicanos de unir sus vidas y sus espíritus de lucha por el bienestar de nuestro México, y el nexo entre estos dos grandes guerreros fue la bandera nacional orgullo de nosotros los mexicanos.
Esta es la historia de estos grandes próceres de la patria, cuyas vidas se convirtieron en el mito del revolucionario curtido a fuerza de desprecios, sol, balas y valentía, y el del niño héroe volando en picada hacia la gloria de la historia mexicana, envueltos los dos en nuestra enseña nacional.
AUTOR: Lic. Eucebio Castillo Díaz, Martínez de la Torre, Ver
es muy bueno en el sentido de ser un muy buen cuento pero lamento decirte q para gente q piensa a fondo, no sirve porq nadie nos dice q juan escutia si existio, en mexico hay dos historias:la de los triunfadores y la de los perdedores cada cual escribe una historia como mejor le combiene, si pensamos bien no solo podriamos pensar q solo habria 7 cadetes en el castillo y ademas si en verdad juan escutia se lanzo con la bandera para evitar q los franceses tomaran el castillo ¿porq si lo tomaron? si pasamos a otro tema ¿porq dicen q porfirio diaz fue muy malo? si el fue el q interno el ferrocarril en mexico por primera vez. bueno te dejo y piensalo.