Erase una vez un detective llamado Anxo. Como todos los días, Anxo tan pronto se levantaba se ponía a ordenar sus cosas en su habitación. Un día, mientras hacía ésto oyó un grito horripilante: - Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! Anxo saltó de la cama, cogió su lupa y su gorra y como una flecha salió de su cuarto. Volvió a oir el grito: - Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! Lo pilló tan desprevenido que Anxo casi se asusta de este segundo grito. Pero, se acordó de que un detective de verdad no se asusta así que, se tragó el sentimiento de miedo y comenzó con su investigación para ver de donde procedían aquellos gritos. - Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! Era el mismo grito que se volvía a oir. Anxo casi había llegado a la cima de la escalera cuando decidió coger un arma, por si las moscas. Volvió a su cuarto pero no encontró nada que le pudiese servir, asi que se dirigió al cuarto de su madre a ver si allí tenía mas suerte. Allí se aprovisionó del perfume de su madre: si se lo vaporizaba a alguien en los ojos lo volvería ciego durante unos minutos y eso podría ser muy útil.... - Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! Era el grito otra vez. El detective ya estaba descendiendo por las escaleras cuando lo volvió a sentir, así que decidió armarse con un par de tenis que su hermano había dejado al pie de la escalera. Los tenis estaban muy sucios y Anxo tuvo la brillante idea de olerlos: -¡Arrrrrrrgggggggg! ¡Que asco!- dijo tapóndose la nariz. Sería un arma mas que perfecta contra fuese lo que fuese el causante de todos aquellos gritos horripilantes. En su camino, pasó por delante del baño así que decidió entrar. Por el ruído que hizo debió de haber tirado un montón de cosas, pero no le importó. Se aprovisionó de un rollo de papel higiénico (para amarrar al enemigo), una cepillo de dientes (por si tuviese mal aliento) y una escoba (que podría hacer las funciones de espada o algo así...). Cargado con todos estos aparatos, Anxo volvió a oir el grito: - Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! El grito parecía, si es que es posible, aún mucho mas horripilante. Y Anxo ya había identificado su procedencia: ¡Venía de la cocina!. Se aproximó con mucho cuidado a la puerta de la cocina, que estaba cerrada. El detective Anxo dudó por unos segundos si debería entrar o no. ¿Que grandes peligros lo esperarían detrás de aquella puerta?. - Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! Cuando oyó este último grito no tuvo dudas: él haría lo que había venido a hacer. Le dió una patada a la puerta de la cocina con tanta fuerza que se abrió estrepidosamente. Entonces pudo ver a su hermana mayor encima de una silla. Mientras miraba de un lado para otro volvió a gritar: - Socorrooooo ¿Que terribles monstruos marcianos atacaban la cocina de su casa e intentaban raptar a su hermana?. ¿Que perversos bandidos asaltaban su casa en busca de los dulces que había preparado su madre para la comida?. ¿Que crueles y sanguinarios monstruos invadían su casa para llevarse todo lo que encontrasen?. El detective Anxo intentó mantener la calma. Y se fijó que su hermana miraba para abajo. Chascó los desdos y concluyó brillantemente: - ¡Eureka! ¡Lo que asusta a mi hermana está en el suelo! Entonces el detective se aproximó al ser maligno que estaba causando todo ese terror a su hermana. Armado con todo lo que había ido cogiendo por la casa él no tenía miedo, no podía fallar. Y fue entonces cuando él estaba muy próximo cuando pudo ver, allí en el limpio suelo de la cocina... ¡una cucaracha!.