Consta en este papel que el aspirante tiene los méritos suficientes para acceder al cargo de la convocatoria pública número 19 quebrado 03.
El papel certifica que de niño cumplía con los mandados sin quedarse con un solo centavo de cambio; que siempre tuvo poco y así aprendió a vivir con humildad, sobre la base de buenos modales y sólidos principios morales; que desde pequeño aprendió a ganarse el pan de cada día como lustrabotas y que después creció y fue a la escuela.
Según este papel, que lleva la firma y el sello de un conocido escribano de la ciudad, ya a los ocho años el aspirante al cargo dirigió los destinos de sus compañeros como presidente de curso; y así lo hizo por tres gestiones consecutivas. A los doce años ganó las elecciones de la escuela, a los quince fue escolta de la bandera y a los diecisiete logró la nota más alta del país en la materia de Lenguaje.
Que entró a la Universidad, dice el papel. Que estudió y terminó de manera sobresaliente la carrera en cuestión; que después hizo una maestría en la rama exigida como condición sine qua non por la convocatoria, y que, por si fuera poco, armó valijas y se estableció durante un largo periodo en el hemisferio norte para continuar su carrera y finalmente conseguir un doctorado con mención honrosa.
Excelente presencia, manejo de los ocho programas informáticos con los que trabaja la institución, dominio de cuatro idiomas, perfecta ortografía y dicción, estudios de Relaciones Públicas y Humanas, honorabilidad intachable; todo esto pide la convocatoria y el aspirante lo tiene todo.
Todo está en el papel. Qué duda cabe de que el aspirante cubre las expectativas detalladas en la convocatoria pública número 19 quebrado 03.
El papel no miente; afortunadamente está cuadruplicado, como lo exige —por lo demás— la rigurosa convocatoria. En cualquiera de las cuatro copias se puede advertir que el aspirante apeló a la redacción en tercera persona del singular, a la letra Times de doce puntos y al recomendado doble espacio entre línea y línea. Con sus más distinguidas consideraciones saluda en todas ellas al Licenciado y deseándole éxitos en sus funciones se despide de él, no sin antes ponderar su acertado trabajo al frente de la institución.
Impecable de principio a fin. Pero eso no es todo. En el papel se deja claramente establecido que el aspirante al cargo tiene la edad mínima señalada como requisito en la susodicha convocatoria; que cuenta con los años suficientes de experiencia para ocupar semejante sitial en la institución y que adjunta, además, recomendaciones de una decena de ejecutivos de renombre.
Con tal holgura postula al cargo el aspirante. Pero, por si alguien dudara de él más allá de su trayectoria, este papel, serio, exacto, copia fiel del original, constancia innegable de que el signatario cumple con cada uno de los puntos de la convocatoria pública número 19 quebrado 03, tiene un insólito párrafo final. Se trata de dos líneas que resaltan de las demás por sus enormes y desprolijas letras azules escritas a mano; alguien podría justificarlas como una posdata... “Doy mi palabra y juro, por lo que más quiero en el mundo, que mi hijo es un buen chico”.