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EL ULTIMO DIA DE PAPA DIOS.

Comentario del autor: "Dios en el cielo y yo aqui, Dios Manda allá, yo Mando aquí". Fulgencio Montilla (Papa Dios).

La Policía Nacional informa a la ciudadanía que anoche a eso de las 10:30 P. M., mientras una Unidad al Servicio del Dpto. de Robos, patrullaba las calles del sector Mandinga de esta ciudad fue atacada a tiros por unos sujetos que acababan de atracar al ciudadano español EMETERIO MARTINEZ. Dicha unidad respondió el fuego y en el intercambio de disparo murieron los nombrados FULGENCIO MONTILLA (a) Papa Dios y NOELIA MONEGRO (a) La gringa”

”Asimismo se le participa a la ciudadanía, que dichos sujetos eran miembros preponderantes de la Banda de los Kellys, teniendo en su haber un abanico inacabable de asesinatos, robos a mano armada, atracos, narcotráfico, y otras acciones gansteriles. Se cree que Papa Dios era el Jefe de la Banda, y que la Gringa era su cómplice y amante”

--No alcancé a oír bien esta ultima parte de la información policial, sin embargo, quiero dejarte claro que en lo que se refiere a los múltiples excesos la banda de los Kellys, eso es verdad, yo lo puedo certificar, como puedo dar demostración de que la Policía solo tiene registrado quizás un 20 por ciento de las andadas de la pandilla. Asimismo ni Papa Dios ni la Gringa cayeron en ese “intercambio de disparo” porque FULGENCIO MONTILLA (a) Papa Dios soy yo, y no hace un minuto terminé de conversar con la gringa, quien precisamente me llamó para darme las buenas nuevas de que hoy 14 de Febrero es el día de la fornicación, además de que mañana tengo que cobrar la sumita millonaria que le exigí al padre de la muchachita de la upper class que secuestramos antes de anoche para que Iván, el Espantapájaros pueda entregarla a sus padres sana y salva.

Así empezó este hombre carismático, nacido y criado en la delincuencia su relato, el que a continuación terminaré haciendo algunos ajustes para mejor comprensión del lector. Pero con una observancia absoluta, so pena de mi credibilidad futura, del valor de cada una de sus palabras.

Papa Dios era hijo de unos de los criminales más sanguinario conocido alguna vez, Diógenes Montilla, El Camatrón, quien había nacido en la cárcel, y quien, según se dice, nació ladrón, ya que trajo al mundo en cada manita unas dormilonas de oro que su madre se había tragado tiempo atrás para evitar ser detenida por la Policía. Se dice también que inventó los machetes y cuchillos sacahígados, a los que les hacia hendiduras tipo sierra para que al atravesar el cuerpo de un individuo, al salir extirpe partes de órganos vitales como el hígado, los riñones o el corazón. El Camatrón introdujo a Fulgencio muy temprano en su mundo criminal, desde los tres años lo utilizaba como pantalla para robar vehículo; también era utilizado para acechar posible victima de atraco, robar carteras a las damas y bicicletas y velocípedos a los niños y a cordelear, es decir robar la ropa de los cordeles de los residenciales a los que tenia acceso.

Al morir el Camatrón, junto a los cuatro miembros de su Banda “Los Maniáticos de Satán” en uno de los famosos “intercambios de disparos” con la Policía Nacional, ya Fulgencio había cumplido los ocho años, y su madre lo envió a la esquina de los Perellós a limpiar vidrios de los conductores por limosnas, mientras ella se “atendía” a unos cuantos de los maleantes que tenían éxito en sus andadas.

Pero Fulgencio no estaba para limpiar carros que podrían pertenecer a él, ni tampoco aceptaría que su madre se estuviera acostando con esos canallas por centavos, y, al igual que su papa organizó su banda de ladrones y atracadores. A diferencia de su padre Fulgencio era, inteligente, educado, y metódico pero al igual que el, feroz e inhumano.

Le prohibió a su banda de ocho niños que no olieran cemento ni fumaran ni inyectaran drogas de ninguna especie. Uno de ellos, su mejor amigo, Mambrú (alia) La Cosita desobedeció esa orden y el propio Fulgencio lo encontró fumando Una pipa de crack y no lo sancionó como se esperaba, y como se acostumbraba en las demás pandillas. Reunió a la agrupación, que para la fecha eran unos trece o quince adolescentes y le sentencio:

--Las órdenes que dí, las órdenes que hay, las órdenes que permanecerán son la de no usar drogas narcóticas, y prosiguió: -aquí esta La Cosita, señalando a Mambrú con el dedo índice derecho, que acaba de violar esas órdenes, y agrego, --Dios en el cielo y yo aquí, Dios manda allá, yo mando aquí, y, para sorpresa de todo le dio un balazo en el pecho a La Cosita que le destrozó el corazón. A partir de aquel incidente, se le empezó a decir Papa Dios, hasta el día de hoy cuando la Policía afirma haberlo eliminado en un intercambio de disparo.

Conoció a Noelia, la Gringa o la Reina del Crack en una tarde estival, aún no le habían cancelado la visa norteamericana, y se dirigía a New York en viaje de paseo. Iba subiendo mas o menos por el cuarto escalón de un DC4 de American Airlines cuando le llamó la atención que desde otro DC4 de la misma línea aérea, que acababa de regresar de New York via Miami descendía por las escalinatas una rubia platinada altísima con las manos esposadas en la parte de atrás, resguardada por cuatro hombres vestidos de negros, con cachuchas negras, el inconfundible bulto del chaleco antibalas y la típica insignia dorada del FBI norteamericano. Instintivamente bajó los escalones para observar a esta mujer de cerca, ya que tenía que ser un personaje importante para ser enviada por cuatro federales.

Le llamó la atención primariamente las cejas negrísimas y exageradas que descansaban en su vigorosa frente y que desentonaban con su pelo platinado, la blancura inmaculada de su piel que también contrastaba con los vellos igualmente de un negro mate que sobresalían de sus largos brazos que terminaban en las manos mas hermosas, delicadas y finas que habían visto sus ojos. no se sabia donde terminaban los brazos y empezaban las manos, no tenia esas curvas naturales, es decir sus manos era una extensión de sus brazos y sus dedos largos y y exquisitamente finos, una mujer esbelta cuya delicadeza se notaba hasta en sus ademanes.

Se sorprendió cuando le miró a los ojos, unos ojos verde pálidos que transmitían tristeza y rabia a la vez. También notó la altivez, la arrogancia con la que su voz femeninamente sutil en un Ingles muy escolar desafiaba a sus carceleros. -Dont put your dirty hand on me, son of a bitch, le encaró al mas fuerte de ellos., agregándole, This is my country not yours, dirty pig. Allí fue que le cruzo sus hermosos ojos. Guiñándole el izquierdo y entrando en su corazón para toda la vida.

Supo de ella en el avión que le regresó desde Nueva York. En la primera plana del periódico que repartía la Azafata se leía “Deportan la Reina del Crack” debajo de una fotografía. Aunque era alérgico a todo lo que tuviera que ver con estupefacientes no le importó lo de aquel reinado ya que a partir de su sonrisa y el guiño de ojo en el aeropuerto solamente tenía una fijación en su mente: encontrarla. Fue lo que hizo desde su llegada, recorrió el País entero hasta que en un pequeño Snack Bar del Norte profundo le informaron que asistía cotidianamente una mujer esbelta, con las cejas cruzadas, muy blanca y excesivamente alta.

Se arrinconó en una mesita lejana del Bar y esperó. Efectivamente era ella, entró, saludó a la que fungía de administradora quien al parecer le dijo que le andaban buscando, de manera que fue directo al rincón donde se encontraba inmerso en un ardor incontrolable por volverla a ver. Creyó que le daría un infarto con la fuerza que estaba latiendo su corazón:

-¿Usted quería verme, Señor?

-Si… Si, claro, contestó tímidamente.

¿Y para que soy buena?

-No sé, no sé…, estar frente a esta mujer de nuevo le convirtió en un niño, no sabia que decir….estaba atragantado… por fin reaccionó:

¿No se recuerda de mi?

-Perdone usted, pero no, no recuerdo haberlo visto antes-

-Pues, pues, en el Aeropuerto hace una dos semanas, tú venias escoltada por unos Federales rangers vestidos de negro, tú vestías unos Jeans Levis negro de terciopelo, unos reeboks blanco y negro, una chaqueta….. -¿recuerda? Al pasar por mi lado me guiñaste un ojo y al despedirme me pediste que te llamara, y como desconocía tu teléfono te he buscado por todas la isla hasta hoy que te he encontrado.

-Pues no, no recuerdo, quizás te confundí, eso pasa, -contestó aparentemente desconcertada.

No sabía que hacer ni que decir, para el colmo, en toda la conversación ella miraba constantemente su reloj, lo que indicaba que esperaba a alguien, pero él no se rindió:

-De todas maneras me gustaría invitarte a un trago, no sé, el que te guste, quizás al cine, a cenar, a un paseo, lo que tu desees, te repito que tengo dos semanas buscándote por toda la isla-, se le ofreció, casi prosternándose

-No, ahora lo que deseo es que me dejes tranquila, toma, toma esta tarjetita, ahí están mis teléfonos. Llámame y entonces terminaremos esta conversación y afrontaremos lo que tengamos que afrontar, retirándose de una manera cortés, dejándolo un poco avergonzado por la manera precipitada que utilizó para recoger la tarjeta.

Se llamaba Noelia e hicieron una amistad grandiosa, salían a bailar, comían, bebían hasta emborracharse, caminaban bajo la lluvia y bajo el sol más ardiente, se abrazaban, lloraban juntos, dormían en casi todos los hoteles y cabañas del Norte del País, pero nunca hicieron el amor, es decir ella nunca quiso hacer el amor. Siempre le decía…. No te preocupes, ese momento llegará, tendrá que llegar, ya lo verás. A veces, también le decía… no te preocupes ese momento llegará cuando menos lo espere, entonces, será maravilloso. Dormían juntos, repito, pero ni una caricia, ni un beso, nada.

Y ahora, hoy, cuando ambos están muertos según la Policía, cuando Papa Dios esta preparando las coordenadas para cobrar la millonada por liberar a Patricia, la muchachita de la high class, hoy le llama Noelia para decirle que llegó el momento, que su ardor no puede durar un día más, un minuto más, un segundo más, la de él tampoco. -Me iré a comer el bocado más exquisito jamás soñado, dijo y prosiguió nadie se imagina lo que siente el corazón de un hombre verdaderamente enamorado cuando su amada decide corresponderle.

Le ordenó a Manuel el Batracio, su lugarteniente, su hombre de confianza desde que mató a la Cosita, que se encargara de cobrar el dinero; que dejara la chica donde ella pudiera llegar hasta sus padres, que le diera cincuenta mil pesos al Espantapájaros para que comprara su casita, pero que si la muchachita reclamaba que el pajarraco se había propasado con ella lo matara en el acto. Asimismo le indicó que guardara el dinero donde acostumbraban cuando realizaban negocios grandes y que se verían en una semana, que era el tiempo que pensaba dedicar a su adorada Noelia, a su queridísima Gringa.


Fulgencio Montilla (a) Papa Dios se bebió un Zombi Especial doble de Tequila con Ron Whiskie y coñac para despejar un poco la timidez, preparó su maleta de ropa deportiva para una semana, vistió su mejor traje y su peluquera se encargó del resto. Cuando estaba listo la llamó a su móvil para reunirse con ella, con la mujer había estado acariciando sus sueños por los últimos tres años, jamás podría pasarle por la cabeza que era su última noche.

Ella estaba increíblemente bella, y él era el hombre más feliz de la tierra, aunque después de cenar, sintió un pequeño disgusto por una pequeña petición que ella le hizo. Pero si él era capaz de matar por esta mujer porque no complacerla en algo en lo que ella era la mayor experta. Noelia le invitó a que fumaran un poco de crack. Indeciso pensaba que ella, su reina y la reina del crack y él, Papa Dios, el Rey de doce barrios, porque entonces no probar. Nunca había consumido drogas ni sus muchachos tampoco, por lo menos en su presencia. Quería complacerla, pero no deseaba romper sus principios.

Y le estremecía ese vocabulario de niña blanca, de polvo feliz, de nieve acaramelada que ella mencionaba, pero mientras Noelia encendía una pipa dorada, ya estaba convencido de que iba a participar en aquella trasgresión a sus convicciones, No obstante recordar a su madre cuando le leía el texto del génesis que se refería a Adán y Eva. Al ritmo de unos chirridos extraños y un olor nauseabundo aspiró al máximo el contenido de la pipa, mientras conducía su Mercedes hasta el Bulevar.

Ella reía a carcajadas, admitió que le mintió cuando en el Snack bar le dijo que no recordaba lo del Aeropuerto, por el contrario recordaba su traje de drill Ingles rayado, su corbata color magenta y sus zapatos puntiagudos con triángulos de aluminio en los laterales. Recordó el guiño de sus ojos, y su sonrisa. Lo deseaba, dijo, desde el mismo momento en que lo vio. Le confesó que duró cuatro años en una cárcel de New Jersey, que allí se dedicó a leer, y comenzó a fanfarronear con unos tales Donoso, Darthpitufina, Sábato, García Márquez, Arruit y Viator. Estaba inmensamente feliz, De veras amaba esta mujer. Sus carcajadas ahogaban sus preocupaciones respecto del Espantapájaros, el Batracio y la chiquilla. Pensó incluso que no iba a delinquir más, que compraría una Biblia, que iría a la Iglesia todos los días, que confesaría a un cura todos sus pecados, y luego se convertiría a Pastor Evangélico.

Eso decía, mientras una balada triste empezó a sonar en el radio del vehículo. Extrañamente se sintió triste, inconsolablemente triste, se dio cuenta que estaba sudando a pesar de que el acondicionador de aire del vehículo estaba en el tope, sintió un poco de náuseas y ya no oía las carcajadas de la gringa porque su voz dulce aterciopelada le parecía como si saliera de los símbolos poéticos de Silent Natasha. Las luces del bulevar no tenían el brillo acostumbrado, el neón se notaba nebuloso, alcanzó a ver las parejas que se agarraban de las manos o se besuqueaban en las banquetas discutiendo, peleándose, pateándose y la nausea se incrementaba de tal manera que tuvo la intención de parar el vehículo y vomitar.

Entonces sintió que todo su cuerpo temblaba y le pareció un camión gigantesco sobre una calle excesivamente estrecha y no su pequeño Mercedes descapotable; Y lo peor, el neón azul radiante del tablero del Mercedes se convirtió en un rojo sangre insoportable. Fue en ese momento que recordó que había mezclado tequila, ron, whiskie, coñac y la sustancia blanca crujiente que le ofreció la gringa, quien precisamente en ese mismo instante le acometió:

-¿Que te ocurre, papi lindo, estás conduciendo de manera errática?

-Me muero Gringa, me estoy muriendo. Creo que tengo que ir a un Hospital-

¿Hospital para que? --solo tiene un sentimiento de intranquilidad como lo tengo yo y todos los que prueban el crack por primera vez. --Tómate esta tableta, se te pasará-

Eso hizo y aumentó su agitación, sintió que su corazón latía tan aceleradamente, que saldría disparado por el techo del vehículo, luego latía tan despacio que no había una coordinación entre sus latidos y su respiración. Recordó de nuevo que su madre le hablaba de la sensación de la muerte inminente que sienten los que van a morir de un síncope cardiaco. Sabia que iba a sucumbir y solo estaba ella, tenía que confiar; ella podía solucionar los problemas pendientes de manera adecuada.

Detuvo el coche y le habló de la chica rica, de los millones de pesos que acordó con su padre para su entrega sana y salva, del espantapájaros y del Batracio. Le dijo que si moría buscara al Batracio, le nombrara Jefe de la Pandilla y le hizo una nota para que se la entregara, donde le explicaba cómo repartir el dinero. Un porcentaje igual para todo.

Finalizada la rendición de cuentas sucedió lo increíble. Retornó la calma, la felicidad, volvió a ver las parejas agarradas de manos, besuqueándose tierna y suavemente, las luces de neon tenían su brillo verdiamarillo brillante de siempre, el tablero de su carro adquirió de nuevo su azul intenso, y de nuevo la voz seductora de la Gringa se inyectaba dulcemente en la última fibra de su conciencia.

No perdió más tiempo, condujo su carro hacia la casa de la felicidad sin límites, al Motel Éxtasis, donde le esperaba la gran aventura, el placer de hacer realidad un millón de sueños eróticos. Hacer suyo los pudores de la mujer amada. Se montaron en el carrusel del amor y encendieron los motores.

”La Policía Nacional informa a la ciudadanía que anoche a eso de las 12:30:P.M., mientras una unidad patrullaba las calles del malecón del área metropolitana, fue atacada a tiros por unos sujetos, aparentemente lo que quedaba de la desaparecida banda de los Kellys. Dicha unidad respondió el fuego muriendo en el acto los nombrados IVAN POCHE (a) El Espantapájaros, MANUEL RAMIREZ (a) El Batracio, así como NOELIA RUIZ (a) La Reina del Crack. Todos ellos con un amplísimo prontuario criminal”

Toda esa información me merece entero crédito, responde estrictamente a la verdad, yo lo puedo atestiguar, lo puedo testimoniar ante el mundo si fuere necesario, con la única excepción que NOELIA RUIZ MONEGRO (a) La Gringa o la Reina del Crack, o como usted lo quiera llamar ni murió en ese intercambio de disparo ni en ningún otro, porque NOELIA RUIZ MONEGRO (a) La Gringa soy yo, ratificó esta soberbia mujer terminando de sorber una botellita de agua Evian, única bebida artificial que había probado en toda su vida.

Y yo, el narrador, juro ante Dios y ante la Ley que los hechos ocurrieron tal como se los he contado.

JOAN CASTILLO
28-12-2003.
Datos del Cuento
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