Érase una vez un hada muy pequeñita y muy dulce que se llamaba Violeta. Todos sus amigos del bosque la querían mucho. Pero ella soñaba con ser como los demás.

Estaba cansada de ser tan pequeña y un buen día tomó una decisión.

Fue a ver a una bruja que vivía en una cueva,  y de la que se decía que hacía conjuros y pócimas mágicas. Por lo tanto, le pidió ayuda.

La bruja le dio un brebaje y le dijo que sólo se tomara un sorbito, pero ella estaba tan ansiosa que al día siguiente, nada más despertarse, se bebió toda la botella de un trago.

Cuál no sería su sorpresa cuando vio que sus brazos, piernas y todo su cuerpo entero empezaba a crecer y a crecer y a crecer. ¡Parecía que nunca iba a parar!

Empezó a andar por el bosque asustada y al pisar destrozaba todas las flores, plantas y todo lo que se encontraba en su camino.

Sus amigos y todos los animalitos del bosque huían despavoridos. Y aunque ella les gritaba:

– Soy yo, el Hada Violeta.

Ellos estaban tan aterrorizados que no la escuchaban. Entonces, decidió ir a ver a la bruja, y nada más la vio, le dio otro brebaje. No se sorprendió, pues sabía que Violeta estaba tan deseosa de ser como los demás que no le escucharía y se bebería toda la pócima.

El Hada Violeta volvió a su tamaño normal y siguió siendo el hadita pequeñita y dulce a los que todos adoraban.

Y nunca, nunca, volvió a sentirse mal ni a querer ser como los demás, pues se dio cuenta de que cada ser es único y especial.

FIN

– Moraleja del cuento: Cada ser es único y especial y nunca hay que pretender ser lo que no eres. La gente que te quiere te quiere porque eres tú.

– Valores del cuento: Autoestima. Confianza en uno mismo. Amor y amistad.