Diego pasaba las vacaciones en la granja de su abuelo. Le encantaba jugar con el perro, los gatos, las gallinas, los cerdos, las vacas, los conejos y las ovejas. Pero por las noches tenía pesadillas porque oía muchos ruidos extraños y aterradores desde su habitación.

Y a su abuelo se le ocurrió una idea...¡aunque a los papás de Diego no les gustó nada de nada!

-Te  voy a llevar a dormir al establo. Así verás que son tus amigos los animales los que hacen esos ruidos y se te quitará el miedo.

Y juntando un montón de paja le hizo a Diego una cama calentita. ¡Menuda aventura, dormir en el establo! Además su perro Toby se acurrucó junto a él, con lo que Diego se sentía protegido.

Así se dio cuenta de que los crujidos que él oía desde su cama venían de las paredes del establo cuando las vacas se recostaban para dormir. Y los ruidos secos eran los cascos de los caballos golpeando las puertas. Los chirridos los provocaban los gatos al entrar y salir por la gatera que tenía las bisagras oxidadas. Los gruñidos y los ruidos de pelea  los hacían los cerdos mientras se empujaban unos a otros para encontrar el sitio más calentito. Y los aullidos eran los de Toby, que pedía silencio a todo el mundo para poder dormir.

Y todos los papás animales empezaron a cantar una nana a sus hijos para que se durmieran. Las ovejas balaban muy bajito, las vacas mugían en susurros, los cerdos gruñían muy suavecito, las gatas ronroneaban con cariño, las gallinas cacareaban con el pico entre sus plumas, donde los pollitos se acurrucaban...Todo el establo se llenó de dulces sonidos de buenas noches...y Diego se sintió arrullado y seguro, y poquito a poco se fue quedando dormido...