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Dos pobres y una familia.

DOS POBRES Y UNA FAMILIA.

Juan y Juanito Vino Templao, contaban con más de cuarenta años a sus espaldas, nacieron en el cincuenta y seis. Un año malo para la familia, porque a la pobreza que arrastraban, le sumaron el nacimiento de dos nuevas bocas, por tanto se pegó con más fuerzas.
Ya contaban con cinco hijos de muy corta edad. Los que menos se llevaban eran estos últimos; los que más, el tercero y la cuarta, que se distanciaban dieciocho meses, por el simple hecho de haber tenido un aborto en medio. Pero, un aborto de los grandes, trillizos. Lo normal era de diez a trece meses.
Durante los veinte años de vida productiva, la pobre Antonia, parió y crió dieciséis criaturas.Dos abortos reconocidos y múltiples, de más de cinco meses de gestación. Y al menos tres abortos menores. Todo un record para la pobre, que tuvo la “suerte” de sufrir en el último alumbramiento un desgarre de matriz que la inutilizó para este oficio, “quizá su salvación”.
Antonia y Lorenzo, la fábrica de hacer chiquillos más famosa de la ciudad, y a la que muchas familias pudientes tanto tenían que agradecer, por haberles traído al mundo a sus hijos adoptivos.
Precisamente, esto comenzó el día que nació Juanito:
Hasta ese día, Antonia, solía parir en casa, como casi todas las pobres. Todo estaba dispuesto, bueno realmente solamente debía indisponerse ella, no necesitaba nada más, aparte de avisar a la partera del barrio, que se encargaba de cortar el cordón y lavar a los dos implicados. Todo a cambio de una botella de aguardiente y una gallina o un conejo.
Pero Junito, antes de nacer mostró su gran debilidad, el miedo.
- Empuja Antonia, empuja con fuerzas... puñetera...
- Si ya empuuuuujo, ¿no ves? este cabrito tiene miedo a salir...
Al cabo de una hora:
- Antonia, dame la botella que me voy, avísame cuando vuelvan los dolores, que no será hasta dos o tres día como poco.
- No querida, si te la llevas, la fundirás al momento... y te pondrás como un moto, y cuando yo te necesite, no hay Juanica que valga, lo siento.
Pero esta que era perra vieja, aprovechó un despiste de la otra y la birló la botella.
Antonia volvió a sus tareas cotidianas como si tal cosa.
Por la noche faltó poco para mantener una última relación antes del parto, si no fue por que en ese momento volvieron los dolores y rompió unas segundas aguas. Lorenzo salió a buscarla y la encontró de aquella manera, imposible para el trabajo, con una tajada como un piano. Cuando volvió a casa:
- Lorenzo, corre..., prepárate para coger al niño que sale...
- Sabes que solo sé entrarlos, no sacarlos... ¿qué hago?
- Tira con cuidado de la cabeza ¡ayyyyyy......!
- Pero esto no es una cabeza, es una pierna.
- Será cabrón, si viene jugando al fútbol.... busca la otra pierna y sácala.... ¡ayyyyyyy..!
- Es imposible, imposible. Te llevaré al hospital de las monjas de la caridad.
- ¡Estás loco! ¿no pretenderás que valla andando?
- No, voy a pedir la carreta de manos al albañil, no tardaré.
Acomodó a Antonia en la carreta, junto a Juan, que contaba con diez meses y no podía andar, y también a Toribia que tenía dos años, los demás le seguían andando. De esta guisa, se presentaron en la puerta del hospital y gracias a la caridad de las monjitas están vivos hoy la madre y el hijo.
- Mire buen hombre, en cuanto nazca su séptimo hijo se marcho con el resto a su casa, aquí no podemos tener tantos críos, les daremos comida para esta noche.
- Como usted mande, hermana Magdalena.
Juanito nació llorando, pero entero, aunque muy débil;y único, a pesar de las dos bolsas de aguas. El padre no quiso perder fuerzas en ir a registrarlo, porque estaba seguro de que no viviría mucho tiempo (pero se equivocó). Jamás fue registrado. Tampoco se esforzaron en buscarle un nombre, para ahorrarse el tenerse que acordar con pena de él. Lo llamaron Juanito para que no quedara bacante.
A la mañana siguiente, la hermanita, esperó a que llegara Lorenzo:
- Hemos pensado que si estáis de acuerdo, lo mejor para estos niños y para vosotros es darles en adopción, hay muchas y muy buenas familias que por desgracia no pueden tenerlos y les darían todo lo que vosotros por desgracia no podéis... ¿qué pensáis?
- Hermanita, somos muy pobres, pero muy ricos en cariño, y ellos que son ricos ¿serán ricos también en cariño?...
Así sucesivamente, se fueron dando en adopción todos los críos, a excepción de Juan y Juanito, que por padecer siempre de moquillo crónico, nadie les elegía, quedaron en la familia eternamente, porque cuando se limpiaron de los mocos, ya eran tan grandes que fue imposible colocarles.
Quedaron como únicos herederos sin competencia.
Datos del Cuento
  • Autor: FULGENCIO
  • Código: 7569
  • Fecha: 08-03-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.26
  • Votos: 39
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3021
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