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Débora, Barac y Jael.

Débora, Barac y Jael.

(Hombres y Mujeres de fe.- 12)

Débora mira a los soldados reunidos en la cima del monte Tabor. Se siente conmovida al verlos. Con los primeros rayos del Sol, piensa en la valentía de esos hombres y en la fe de su comandante, Barac. Aunque son un ejército grande de diez mil soldados, todos verán puesta aprueba su fe y valor. Tienen muy pocas armas y están por enfrentarse a un enemigo sanguinario que los supera en número. Pero aquí están, listos para la batalla y gracias al valor de una mujer.

Desde la plana cima de esta montaña, a más de 400 metros, o 1,300 pies, de altura, tienen una vista estratégica de la llanura de Esdrelón, o Jezreel, que se extiende hacia el suroeste. El río Cisón se abre camino por el verde valle para desembocar en el mar Grande, pasando cerca del monte Carmelo en su recorrido. Quizás el río estaba seco aquella mañana, sin embargo, algo brillaba en la planicie. El ejército del comandante militar Sísara, se estaba acercando. Y lo que destellaba era una poderosa arma que lo llenaba de orgullo: 900 carros de guerra equipados con afiladas cuchillas de hierro que les salían de sus ejes, una visión que no auguraba nada bueno. !Sísara pretendía eliminar a aquellos israelitas apenas armados como si de cortar hierba se tratara!.

Débora sabía que Barac y sus hombres estaban a la espera de que les diera alguna orden o les hiciera alguna señal. ¿Cómo habrá sido para ella ser la única mujer presente y tener una responsabilidad tan grande sobre sus hombros?. Bueno, el propio Jehová, su Dios, fue quien le dijo a ella que iniciara esta guerra. También fue él quién le dijo que la guerra acabaría por “mano de una mujer”, como se muestra en el libro de la Biblia llamado Jueces, en su capítulo 4, versículo 9. ¿Qué nos enseña sobre la fe la historia de Débora, Barac y aquellos valientes guerreros?.

La primera vez que se menciona a Débora en la Biblia, se dice que es una profetiza. Además, esta fiel mujer también actuaba de jueza, zanjando disputa y dando las respuestas de Jehová Dios cuando surgían problemas en la nación. Por favor, lea en su Biblia Jueces 4:4 y 5.

Los israelitas temblaban con solo oír el nombre de Sísara. La religión y la cultura de Canaán se caracterizaba por su terrible crueldad. De hecho, el sacrificio de niños y la prostitución en los templos eran practices habituales. ¿Se imagina lo que sería estar bajo el domínio de un general cananeo y de todo su ejército?. Según el cántico que más adelante compuso Débora en unión con Barac, viajar por la nación era casi imposible y las aldeas estaban deshabitadas. Lea sobre esto en Jueces 5: 6 y 7. Seguramente, la gente vivía aterrorizada y tenia que esconderse en los bosques y colinas, sin poder cultivar sus campos, ni andar por los caminos por temor a ser atacados, a que secuestraran a sus hijos o a que violáran a sus mujeres. La canción de Débora indica que Sísara acostumbraba regresar de sus campañas militares trayendo consigo muchachas como parte del botín para sus soldados. A veces, entregaba más de una joven a cada uno según lo indica Jueces 5:30. En la canción se utiliza la palabra hebrea para ‘matriz’, que también significa ‘muchacha’ o ‘doncella’. El uso de ese término indica que a las mujeres se les valoraba solo por su capacidad reproductiva. Es probable que la violación fuera una práctica común.

Los israelitas estuvieron veinte años bajo esta cruel dominación, hasta que Jehová Dios vio que su terco pueblo habia cambiado de actitud. O como dice la canción de Débora y Barac: “Hasta que yo, Débora, me levanté, hasta que me levanté como madre de Israel”. Débora estaba casada con un hombre llamado Lapidot. Aunque no se sabe si tenían hijos, ella fue “madre de Israel” en el sentido de que Jehová la escogió para que cuidara de la nación como una madre. Le encargó que llamara a un hombre fiel y valiente, el juez Barac, para que se enfrentara a Sísara. Vea el relato bíblico de Jueces 4:3, 6,7y 5:7. Mediante Débora, Jehová le comisionó a Barac que juntara en el monte Tabor a diez mil hombres de dos tribus de Israel. Débora le transmitió la promesa de Dios de que vencerían a Sísara, a su ejercito y a sus 900 carros de guerra. Esta promesa habrá sorprendido a Barac, dado que Israel no tenia un ejército y contaba con muy pocas armas. Aún así, Barac estuvo dispuesto a pelear, pero con una condición: que Débora subiera con ellos al monte Tabor. (Jueces 4:6 al 8 y 5:6 al 8).

Algunos críticos opinan que Barac tenia poca fe y por eso hizo esa petición, pero eso no es cierto. A fin de cuentas, no le pidió a Dios más armas, sino que un representante suyo fuera con él y sus hombres para darles ánimo. (Lea Hebreos 11:32 y 33). Jehová estuvo de acuerdo y permitió que Débora los acompañara. De todos modos, hizo que ella profetizara que el mérito de la victoria se lo llevaría una mujer como lo indica Jueces 4:9. Dios había decidido que una mujjer mataría al cruel Sísara.

En la actualidad, las mujeres son víctimas de muchas injusticias, actos de violencia y abusos. Pocas veces se las trata con la dignidad que Dios quiere que reciban. Pero él valora por igual a hombres y mujeres y todos pueden recibir su aprobación. (Vea que esto es así en los textos bíblicos de Romanos 2:11 y Gálatas 3:28). El caso de Débora nos recuerda que Dios también honra a las mujeres al encargarles tareas importantes, demostrando que confía en ellas. Por eso es fundamental que no adoptemos los prejuicios que abudan en este mundo.

Por eso es que leemos en Jueces 4:10 que “Débora fue subiendo con él”. Para aquellos soldados habrá sido muy motivador ver que esta valiente mujer subía con ellos, dispuesta a arriesgar su vida por amor a Jehová.

Sísara reaccionó de inmediato al enterarse de que Israel había juntado un ejército para luchar contra él. Varios reyes cananeos enviaron sus ejércitos para apoyar las fuerzas del rey Jabín comandadas por Sísara, que al parecer era el más poderoso de todos ellos. El avance de las tropas y los 900 carros hacían un ruido ensordecedor y la tierra temblaba bajo su paso. Los cananeos estaban seguros de que acabarían rápidamente con el lastimoso ejército israelita. Jueces 4:12, 13 y 5:19.

Pero Barac pelearía únicamente como Jehová le indicara, asi que esperó las instrucciones de Débora. Por fin, el momento llegó. “Levántate –le dijo a Débora-, porque este es el día en que Jehová ciertamente dará a Sísara en tu mano. ¿No es Jehová quien ha salido delante de ti?”. Y eso hizo Barac. Descendió del monte Tabor con sus diez mil hombres. (Lea Jueces 4:14). Las tropas de Israel se lanzaron colina abajo y llegaron a campo abierto, a la planicie, dirigiéndose directamente a aquellas terribles máquinas de guerra.  ¿Los ayudaría Jehová?. La respuesta no se hizo esperar. El relato de Jueces 4:14,15 y 5:4 dice: “La tierra se meció, los cielos también”. El orgulloso ejército de Sísara se desconcertó cuando les cayó encima un tremendo aguacero. Parece que llovió tanto que el terreno enseguida se inundó. De un momento a otro, los pesados carros quedaron inservibles. Se hundieron en el fango y no habia manera de sacarlos de allí.

A Barac y sus hombres no les importó la lluvia. Sabían que Jehová la había enviado. Asi que empezaron a atacar a los soldados cananeos. En su función de ejecutores divinos, no dejaron ni a un enemigo con vida. El río Cisón creció e inundó el valle, arrastrando los cadavers río abajo, hacia el mar Grande. –Jueces 4:16 y 5:21-.

En nuestro tiempo, Jehová Dios no envía a sus siervos a ninguna guerra. Pero sí quiere que peleemos por nuestra fe en una guerra espiritual como se muestra en Mateo 26:52 y en 2 Corintios 10:4. Al obedecer a Dios demostramos de qué lado estamos en esa lucha. Debemos ser valientes porque los enemigos de Dios pueden llegar a ser muy crueles. Sin embargo, Jehová sigue siendo el mismo y protegiendo a quienes confían en él, como Débora, Barac y los valientes soldados israelitas.

Pero…, !uno de los enemigos, el peor, ha escapado!. Sísara, que tanto dolor causó al pueblo de Dios, salió corriendo y abandonando a sus hombres en el lodo, se escurrió entre los soldados israelitas hacia terreno más firme. Corrió muchos kilómetros para refugiarse con alguno de sus aliados. Aterrorizado ante la posibilidad de que los israelitas dieran con él, se dirigió al campamento de Héber, un quenita que se había separado de su gente para establecerse más al sur y que tenia un acuerdo de paz con el rey Jabín. (Jueces 4:11, 17). Sísara llegó agotado al campamento de Héber, que no estaba en casa, pero Jael, la esposa, lo recibió. Sísara habrá dado por sentado que ella respetaría el acuerdo de su esposo con el rey Jabín. Probablemente ni se le pasó por la cabeza la idea de que una mujer tuviera una opinión diferente a la de su esposo. Pero estaba muy equivocado, Jael conocía la maldad de los cananeos cómo oprimían a la gente. Asi que tuvo que tomar una decision: podia ayudar a este hombre cruel o podia ponerse del lado de Jehová y acabar con el enemigo del pueblo de Dios. Entonces, ¿cómo podría una mujer derrotar a un fuerte y curtido guerrero?.

Jael no tenia tiempo que perder, asi que invitó a Sísara a entrar en su tienda. El le mandó que no dijera a nadie que se había escondido allí si alguien preguntaba por él. Después, Sísara se acostó a descansar y Jael lo cubrió con una manta. Cuando él le pidió agua, ella le sirvió leche tibia. El hombre no tardó en quedarse profundamente dormido. En eso, Jael agarró una estaca y un martillo, dos objetos que, como toda mujer nómada, sabía usar muy bien. Se acercó despacio a él para hacer algo que requirió mucho valor: acabar con ese enemigo de Jehová. Si tan solo hubiese dudado un instante, habría fracasado. ¿Actuó pensando en el pueblo de Dios, que tantos años había sufrido la crueldad de este hombre, o lo hizo por el privilegio de ponerse de parte de Jehová?. La Biblia no lo dice. Solo sabemos que ejecutó a Sísara en un momento como lo muestran los textos de Jueces 4:18 al 21 y 5:24 al 27.

Poco después llegó Barac persiguiendo a su enemigo. Cuando Jael le mostró el cuerpo con la estaca clavada en las sienes, enseguida se dio cuenta de que la profecía de Débora se había cumplido: !Una mujer había derrotado al poderoso Sísara!. Muchos escépticos de nuestro tiempo han criticado a Jael, pero para Barac y Débora, lo que ella hizo fue muy loable. En la canción que compusieron bajo la guía divina, la llaman “muy bendita entre las mujeres” por su valentía. –Jueces 4:22 y 5:24-. Evidentmente, Débora no envidió la honra que Jael recibió, pues para ella lo más importante era que se cumpliera la palabra de Jehová.

Con la muerte de su general, el rey Jabín perdió su poder. !Por fin habia acabado la tiranía cananea!. Israel disfrutó de paz por los siguientes cuarenta años. –Jueces 4:24 y 5:31-. No hay duda de que Débora, Barac y Jael son un ejemplo de hombres y mujeres de fe y que fueron altamente recompensados. Como Débora, seamos valientes, pongámonos de parte de Dios y animemos a otros a hacer lo mismo. Si así lo hacemos, con la ayuda de Jehová venceremos y disfrutaremos de paz por toda la eternidad...!

Si asi lo deseas, puedes comunicarte con los testigos de Jehová del área por donde vives, para que te ayuden a conocer más historias de hombres y mujeres de fe y de cómo llegar a saber lo que Dios está pidiendo hoy día de cada uno de nosotros. Y lee la Biblia diariamente,…!

 

 

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