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Dakumaru. Capitulo 1- Dakumaru, el príncipe del lado oscuro.

Esta es una historia, mi historia, una lucha sobrenatural para poder salvar a las personas más queridas en mi vida, aunque eso solo fue el principio...

Todo esto comenzó cuando iba de camino al instituto, entonces me encontré con Jennifer y Tiffany, ellas son mis mejores amigas, tal vez mis únicas amigas, (os describiré como son las dos: Jennifer tiene el pelo largo, por debajo de la cintura de color castaño, con el pelo suelto, ojos castaños, además de ser muy inteligente, por otro lado está Tiffany, que tiene el pelo corto y rubio, ojos verdes y sus notas son muy buenas).

Las clases transcurrieron con normalidad, al salir del instituto, Tiffany se fue a su casa, de camino a casa de Jennifer, ella me dijo:
-James, ¿podrías venir esta noche a mi casa?.
-¿Para qué?.
- Tengo que darte algo.
-¿Qué es?.
- Solo te lo diré si vienes esta noche, ¿vale?- me dijo guiñándome un ojo.
- Está bien.
Cuando empece a preguntar, su cara paso de tener una expresión seria a tener una expresión alegre (esa cara, algo se traía entre manos), dejé a Jennifer en su casa y me fui a la mía, cuando llegue, el silencio se hizo dueño del lugar, él era un residente permanente de mi casa, resultando tétrica a la vez que deprimente, esta casa está sembrada de malos recuerdos para mí, veneno para mi alma, después de comer y descansar un rato, me cambié de vestimenta (una camiseta blanca sin mangas y un pantalón negro) y me dirigí al bosque que había no muy lejos de allí para un entrenamiento mental y físico, además de un pequeño entrenamiento mágico, eso sí, sin usar los conjuros, solo memorizándolos, las horas pasaban deprisa, cuando me di cuenta, la noche ya había caído, recordé que tenia que ir a casa de Jennifer, así que me puse en camino, cuando llegué a casa de Jennifer, vi como la puerta había sido forzada muy brutalmente, realmente me temía lo peor, sin perder tiempo entré en la casa para averiguar que había sucedido, caminaba sigilosamente por si el enemigo todavía estuviera dentro de la casa, miraba atentamente para no toparme con ninguna sorpresa, en el salón encontré a Mary inconsciente en el suelo (Mary es la madre de Jennifer), la tumbé en el sofá y me quedé hasta recuperara la consciencia, transcurridos entre 15 y 20 minutos, Mary recuperó la consciencia:
- Mary, ¿donde esta Jennifer?.
- Un tipo se la ha llevado y a Tiffany también.
- ¿¡Qué, a Tiffany también!?
- Sí
- Cuéntame lo que ocurrió.
- Pues yo estaba limpiando el salón cuando un tipo forzó la puerta de forma muy brusca, entonces fui a detenerle, pero me agarro del cuello y me lanzó, choque contra el sofá y caí inconsciente, antes de perder por completo el conocimiento, pude oír los gritos de ellas, fue horrible.
Entonces de sus ojos emergieron lagrimas y empezó a llorar:
- No te preocupes, tú sabes que no dejaría que les pasara nada malo, las traeré sanas y salvas, te lo prometo- le dije limpiándole las lágrimas- ahora descansa.
- Vale, gracias.
Dejándola descansar me fui a mi casa, cuando llegué a mi habitación, estaba confuso, no sabia donde ponerme a buscar, además, esta noticia me había dejado muy preocupado y no podía pensar con claridad, entonces sonó el teléfono, eran las once de la noche, no sabia quien podía ser a esa hora, descolgué el teléfono y pregunte:
-¿Diga?.
- ¿Eres James?.
- Si, ¿quien eres?.
- Eso no importa ahora, pero si te interesara saber que tengo a tus amigas y sino haces lo que te digo tus amigas sufrirán las consecuencias.
- Como le pongas la mano encima a una de las dos, puedes darte por muerto.
- Te crees muy macho, ¿no?.
- Lo suficiente como para acabar contigo.
- Esta bien, juguemos al escondite, no les haré nada si vienes al instituto Green Hill, tienes una hora y media para encontrarnos, si el plazo se cumple y no nos has encontrado, las mataré, ¿entendido?.
- Sí.
- Vale, el tiempo comienza ya, así que muévete deprisa, por cierto mira en el cajón de la mesilla.
Eché una mirada dentro del cajón y encontré un walkie-talkie.
- ¿Para que quiero yo esto?.
- Para hacer más divertido el juego, por cierto, el tiempo está en tu contra, será mejor que te muevas rápido, tiempo que pasa nunca vuelve.
Entonces colgó, tenia que moverme deprisa y me puse en camino al instituto.
Una vez en las puertas del instituto, las puertas del instituto estaban cerradas, tuve que saltar la puerta para poder colarme dentro, el instituto de Green Hill era grande, no sabia si una hora y media me seria tiempo suficiente, pero tenía que hacerlo y deprisa.
Todo estaba oscuro, la única luz que había era la luz de la luna, preciosa esa noche, porque había cuarto menguante, aunque me encantaría quedarme contemplándola, pero no había tiempo para eso, pero aunque la mayoría de la gente no crea en la influencia mágica de la luna, yo si creo en ella, ya que todos mi ataques mágicos van en relación a ella, también va en relación a como esté la luna, ahora en cuarto menguante, solo puedo usar una cuarta parte de todo mi poder, cuando hay luna llena, podría llegar a desatar todo mi potencial, aunque nunca he necesitado usar mis poderes, quien sabe si esta vez tendré que hacer uso de él.
Decidí empezar a mirar en el interior, ya que el interior es más grande y una vez que lo registre podré estar más “tranquilo”, cuando abrí la puerta principal, esta se abrió sin ningún tipo de oposición, cuando entré, se cerró tras de mí, siendo ese el único ruido que se escuchaba en ese lugar, mis pisadas eran lo siguiente que se podía oír, descartando eso, no había ningún ruido, era ese tipo de silencio que siempre se hace incomodo cuando uno está presente, inspeccioné la 1ª planta sin éxito, cuando pasé a la 2ª planta, el walkie empezó a funcionar:
- Tic, tac, tic, tac, el tiempo corre en tu contra, ¿no crees?.
- ¡Cállate!, ¿ellas siguen bien?.
- Tranquilo, puedo ser malo, pero soy un hombre de palabra, ellas están en otra habitación y se encuentran bien, pero yo me preocuparía en llegar primero, ¿no crees?.
- ¿Cuánto tiempo me queda?.
- Una hora, date prisa.
Volvió a cortar la emisión, tenía que darme cada vez más prisa ya que el tiempo se me agotaba, una vez investigada la segunda planta, no había nada, una cosa estaba clara, en el interior no estaban, pero antes de bajar por las escaleras para ir al primer piso, tuve una idea:
- Si sigo subiendo, iré a parar a la azotea, la idea parece absurda, pero prefiero gastar todas las posibilidades primero.
Subí al último piso esperando encontrarme con la azotea, pero, cuando abrí la puerta del tercer piso me llevé una sorpresa:
- ¿Qué demonios...?
Ante mí, donde debería estar la azotea, había otro pasillo como los de los dos pisos anteriores:
- Aquí debería estar la azotea, estoy seguro.
Empecé a caminar por ese nuevo pasillo que surgió de la nada (a mi parecer), cuando miraba dentro de las aulas, no había nada, absolutamente nada, parece como sí todavía estuvieran por terminar, a medida que avanzaba por el pasillo, las aulas parecian cada vez menos terminadas, una sin pintar, y así por varias aulas hasta que finalmente en una, solo había oscuridad, pensativo a la vez que curioso por lo que pudiera haber en el interior de la habitación, no estaba muy seguro de que pudieran estar allí dentro, pero decidí jugármelo todo a una sola carta, así que entré, cuando ya me había adentrado un poco en la habitación, la puerta se cerró detrás de mí, cuando me di la vuelta no había nada, solo oscuridad, se suponía que podría ver la luz por la pequeña ventana que tenía la puerta, pero ni eso, ante mí, nada más que oscuridad y silencio, la combinación perfecta para hacer perder los nervios a cualquiera por haber demasiada tranquilidad, di media vuelta y empecé a caminar hacía adelante con la esperanza de poder encontrar una salida a esta locura y poder encontrar a Jennifer y Tiffany, mis pasos se dejaron de escuchar conforme avanzaba por la habitación (aunque estaba teniendo el presentimiento de estar cruzando un pasillo), después de andar durante un rato, el camino se empezó a iluminar, aunque fuera con la pobre luz de unas antorchas, cuando me quise dar cuenta, estaba en un pasillo que parecía propio de un castillo, ante mí había una escalera que subía, con el corazón latiéndome muy rápido empecé a subir las escaleras con paso lento pero firme.
Cuando subí todos los escalones encontré una puerta, una vez abierta la puerta accedí a un gran salón, en el fondo, un trono puesto de espaldas, nada más, caminé hacía aquel trono con cautela, cuando estaba a pocos metros del trono, el walkie volvió a sonar:
- Finalmente has llegado, te estaba esperando.
Mirando al frente, el trono se viró y allí estaba un hombre, alto y de apariencia fuerte, sostenía otro walkie-talkie:
- Así que eras tú, ¿no?.
- Sí.
- ¿Dónde están Jennifer y Tiffany?.
- ¿Tus amigas?, ahora las llamo.
Dio dos palmadas al aire y una puerta que había cerca del trono se abrió, de allí salieron Jennifer y Tiffany, cuando las pude ver bien, pude ver que el brillo de sus ojos se habían perdido:
- ¿Qué les has hecho?.
- ¿Yo?, bueno, estaban muy alteradas, así que las hipnoticé para que se estuvieran tranquilas, ¿sabes una cosa?, es como tener unos títeres.
- No permitiré que sigas con esto, acabaré contigo.
- Ya claro, di lo que quieras, pero, ¿no te has preguntado por qué estás aquí?.
- Vine porque tú las secuestraste.
- Pero, a su misma vez, ¿tienes idea de por qué lo hice?.
- Sorpréndeme.
- Bien, pues te he atraído hasta aquí para matarte.
- ¿Por qué?, no tengo nada que ver contigo.
- No exactamente, las estrellas te iban a enviar tarde o temprano a por mí, y es mejor acabar contigo ahora antes de que pueda ser demasiado tarde, prepárate, pronto caerá el telón y acabará la función, con tu muerte.
- Aunque sea joven, sé luchar muy bien, mejor ríndete y todo acabará bien.
- Estúpido fanfarrón, te enseñaré a tratar con gente mayor que tú.
- Te voy a enseñar yo a creerte superior a todos, aunque espera un segundo, contéstame a una pregunta.
- ¿Sí?.
- ¿Dónde estoy?.
- Te doy la bienvenida al lado oscuro.
- ¿El qué?.
- El lado oscuro, es la peor parte del infierno y yo soy su director, Dakumaru, príncipe del lado oscuro.
- Eres el que manda, pero sin embargo, no eres el rey, hay alguien superior a ti entonces, ¿de quien se trata?.
- ¿Tú de quien crees que se trata, capullo?, del diablo, quien sino se atrevería a manejar esto, pero él está algo ocupado gobernando el infierno de superior como para también ocuparse de aquí abajo, además de ser mi padre.
- Pues no os parecéis mucho que digamos.
- Bueno, ¡basta de cháchara y a luchar!.
- Como quieras, da las buenas noches y deja que papa James se encargue de darte un sueño lo más doloroso posible.
- ¿Tú quien te crees?, ¿superman?.
Yo empecé atacando con puñetazos que él esquivaba aunque con cierta dificultad, luego él contraatacaba con puñetazos y patadas encadenadas entre sí, cuando nos separamos:
- No eres malo.
- Tú tampoco eres digno de despreciarse.
- Aunque, ¿sabes una cosa?.
- ¿Qué?.
- Tú naciste gracias a mi magia, así que no eres superior a mí.
- ¿De qué hablas?.
- ¿Nunca te has preguntado quien acabó con la vida de tus padres, eh?.
- ¿Cómo sabes tú eso?.
- Como no saberlo, fui yo.
- ¡Maldito bastardo!.
- Bájate los humos, se lo merecían.
- ¿Por qué?.
- Porque no cumplieron su parte del trato.
- ¿De qué trato estás hablando?.
- Veo que te lo tendré que explicar todo desde el principio, presta atención:
Todo comenzó cuando notificaron a tu madre estéril, su mayor deseo era tener un hijo, alguien a quien criar, alguien a quien querer y ya se sabe, a medidas desesperadas, soluciones desesperadas, así que recurrieron a mi padre, mi padre, al estar ocupado (como siempre), pues me mandó a mi en su lugar, concedí el deseo de tu madre de tener un hijo, pero a cambio me lo llevaría cuando yo quisiera para que fueras mi esclavo, nueve meses después, viniste al mundo y seis años después yo vine a por lo que me pertenecía: tú, pero sin embargo, tus padres me decían que no me iban a entregarte, así que furioso por yo haber cumplido y ellos no, pues los maté, pero me sentí tan satisfecho después de haber hecho eso que me fui sin recogerte, esa es toda la historia.
- Ahora me acuerdo de ti- dije apretando los puños- pagarás caro lo que les hiciste a ellos.
- Por mucho que te enfades no vas a sacar nada de provecho.
Pero yo ya no le oía, en ese momento había entrado en una especie de trance, sentía que algo como un calor intenso parecido a las llamas del mismísimo infierno, y ese calor intenso tenía nombre: furia.
Furia por tener delante al asesino de mis padres y por haber raptado a Jennifer y a Tiffany solo para matarme, mi furia se alimentaba de eso y noté que algo que había dormido en mi interior estaba empezando a despertar, ahora ese tío se iba a enterar de quien soy yo.
- Iiiiiiiaaaaaahhhhhhh.
De repente, una aura roja cubría mi cuerpo dándole un aspecto más misterioso a la vez que aterrador.
- ¿Qué demonios es eso?.
- No sé, pero me siento más fuerte que antes y me siento ante todo muy superior a ti.
- Sigues siendo muy confiado.
Entonces, sonreí y antes de darle tiempo le pegué un puñetazo estampándolo contra la pared:
- Vaya ahora si que es fuerte, bien, ahora si que la fiesta puede comenzar, prepárate, jugaré a tu mismo nivel.
Desde entonces, la batalla fue un estruendo tras otro, ambos nos desplazábamos muy rápido por toda la habitación, mientras las chicas seguían mirando al frente, con la mirada perdida, ausentes de la pelea que en esa misma habitación se estaba desarrollando, por otro lado, nosotros estabamos ya bastante cansados, pero debía hace un último esfuerzo, tuve que pegarle un puñetazo en el estomago para luego dar el golpe de gracia:
- ¡Rayo de luna!.
Entonces, de mis manos salió un gran rayo blanco que dio de lleno contra él, rompiendo el suelo y bajándolo varios metros por debajo de donde estaba yo, entonces caí al suelo, me sentía casi sin fuerzas, pero de repente, oí algo detrás de mi, cuando me di la vuelta, vi como Jennifer y Tiffany habían caído al suelo, al parecer todo se había acabado, pero de repente el lugar parecía que se venia abajo, cogí a Jennifer y a Tiffany, con cada una en un brazo, salí por donde mismo entré esperando que pudiera salir sin ningún tipo de cosa extraña, pero nada más entrar y bajar las escaleras, un resplandor blanco me dejo ciego por un instante, pero de repente perdí el conocimiento, cuando desperté, nos encontrábamos en la azotea del instituto, ¿había sido todo un sueño?, lo dudo, estaba muy dolido y cansado como para haber sido un sueño, cogí a Jennifer y a Tiffany y me fui a casa de Mary, cuando toqué la puerta (aunque más bien le di una patada) ella había salido, en su cara se notaba una tristeza de temerse lo peor, pero yo para tranquilizarla le dije:
- No te preocupes, solo están durmiendo, te lo dije te las traje sanas y salvas, tal como te prometí.
- Gracias al cielo- dijo cogiendo a Jennifer, las subimos al cuarto y allí las dejamos descansando, cuando bajamos al salón me dijo:
- Dios mío, pero, ¿qué te ha pasado?.
- No es nada, solo fue una pequeña pelea, nada más.
- Pero, si tienes sangre en la boca, deja que te lo limpie.
- No hace falta, de verdad, será mejor que me vaya para mi casa, estoy muy cansado.
- ¿Por qué no te quedas aquí?.
- No quiero ser un incordio.
Dicho esto, me fui, no era porque fuera un incordio en aquella casa, solo que necesitaba pensar, cuando llegué a mi casa, saque de una vieja caja un portarretratos con la foto de mis padres conmigo cuando yo era pequeño, la miré fijamente y dije en voz baja:
- Ya podéis descansar en paz, la venganza se ha consumado ya.
Después, unas lágrimas cayeron sobre el portarretratos y me puse a llorar, lloraba por no tenerlos, por no haber recibido cariño de ellos, por estar solo, por miedo a morir solo, sin darme cuenta, me quedé dormido con el portarretratos entre mis brazos.
(Narración): horas más tarde, Jennifer entró en la casa de James (ella tenia una copia de la llave de la casa, siempre le era agradable recibir una visita suya de vez en cuando), le estuvo buscando por toda la casa, cuando dio con él, James se encontraba dormido sobre la cama, ella se fijó en algo que tenía entre los brazos, suavemente lo cogió y lo miró, se trataba de un portarretratos de la familia de James, cuando ella le miraba, siempre parecía feliz, pero en el fondo, él añora el cariño de una familia, el pobre había sufrido mucho desde su infancia, desde que un extraño había acabado con la vida de sus padres, tuvo que aprender a sobrevivir por su cuenta, muchas fueron las veces que se lo intentaron llevar a un orfanato, pero él siempre huía, hasta que un día decidió irse hasta que las cosas se calmaran, varios años más tarde volvió, todos se habían olvidado de él, menos la familia de Jennifer (incluida Jennifer) y Tiffany, ellas dos se encargaron de ayudar a James a superar la muerte de sus padres, cuando estaba con ellas, él se sentía bien, pero cuando volvía a su casa, los angustiosos recuerdos acudían en busca de su dueño, él, ella estaba pensando en algo que tal vez podría funcionar, así que se decidió por despertarlo (fin de la narración):
- James, despierta.
- ¿Qué ocurre?- preguntó mientras se levantaba lentamente.
- Tengo que preguntarte algo.
- ¿De qué se trata?.
Entonces me miró a los ojos y le dijo:
- ¿Has estado llorando?
Al parecer lo había notado, pero yo lo negué:
- No.
- James, nos conocemos desde hace mucho y sé cuando me mientes y esta es una de esas veces.
Ella me conocía muy bien y ahora si que no podía negarlo:
- Sí, he estado llorando, ¿hay algo de malo?- dije irritado.
- James, no te enfades, yo no te he hecho nada.
- Perdona, pero es que estoy algo irritado ahora.
- ¿Quieres hablar?.
Yo sabía que siempre que hablaba con ella, todo lo que dijera sería para sus oídos y nunca se lo contaría a nadie sin que yo se lo dijera, así que decidí desahogarme con ella:
-¿Sabes una cosa?.
- ¿El qué?.
- Te envidio.
- ¿Por qué?.
- ¿Por qué?, simple, porque tienes familia, tienes a una madre y a un padre que te quiere, en cambio, yo no.
- Te comprendo.
- No lo creo, tú no sabes lo que es estar en una gran casa solo día tras día, yo por las noches, deseo que al despertar, todo hubiera sido una pesadilla, que baje a desayunar y me encuentre a mis padres allí, y poder darles un abrazo con todas mis fuerzas, pero en cambio, cuando bajo a la cocina, no hay nadie, solo objetos, nada más, en ese momento me entran ganas de gritar y de ponerme a llorar para desahogar todas mis penas, para mí, es algo muy triste el que nadie me de las buenas noches ni tampoco tener a nadie a quien abrazar cuando me despierto, poco a poco, mi alma y mi corazón se rompen, muchas son las noches en las que lloro cuando la luna asoma por el horizonte, derramo lágrimas para ver si me siento mejor, pero, la mayoría de las veces me acabo sintiendo peor, siempre que me pongo así, me duermo gracias al llanto.
- ¿Y qué me dices de cuando yo he estado aquí?, ¿no te ha gustado que yo esté aquí?.
- Si, gracias a ti no he cometido más de una vez una locura, porque cuando tú estás aquí, conmigo, pues puedo hablar contigo, podemos ver la televisión juntos, jugar y demás cosas, cuando tú estás aquí, pues tengo a alguien a quien darle las buenas noches y que me corresponda, también te tengo para poder abrazarte por las mañanas y que tú me abraces, en ese tipo de situaciones me siento muy cómodo, además de feliz.
- ¿De qué locura estás hablando?.
- Bueno, más de una vez he pensado en suicidarme.
- ¿¡Qué!?, ni si te ocurra pensar en eso otra vez.
- Es fácil decirlo, ¿verdad?, pero cuando estás en mi situación durante tanto tiempo, acabas por pensar en eso, es que algunas veces tengo ganas de reunirme con mis padres y se me pasa eso por la mente, quiero morir de una vez.
Entonces, Jennifer le dio una fuerte bofetada:
- ¿¡Por qué has hecho eso!?.
- Ni se te ocurra volver a decir eso.
- ¿Por qué no?, es la verdad.
- ¿Vas a quitarte la vida que tus padres protegieron con las suyas?, entonces serás un estúpido.
James se sentía realmente ofendido, su mejor amiga le había insultado, pero por otro lado razonó lo que ella dijo “¿vas a quitarte la vida que tus padres protegieron con las suyas?”, entonces lo entendió todo, si sus padres pudieran verle intentando suicidarse se sentirían gravemente desilusionados, había que seguir adelante, por muy mal que se pusieran las cosas, entonces, con lágrimas dijo:
- Lo...siento.
Ella, al ver a su amigo tan dolorido, lo abrazó e intentó calmarlo:
- Tranquilízate, vamos cálmate.
Poco a poco, los sollozos fueron desapareciendo y cuando finalmente se calmó:
- Me gustaría hacerte otra pregunta.
- Pregunta.
- Como te veo así y ya que el problema es la falta de cariño, he estado pensado en esta pregunta: ¿por qué no te mudas a mi casa?.
- No quiero ser un incordio.
- Contéstame, ¿cuántas veces te he invitado a quedarte en mi casa?.
- Muchas.
- Bien, ¿alguna vez te has sentido incomodo o como un estorbo?.
- No.
- Entonces, ¿cómo te has sentido?.
- Pues cada vez que me quedaba en tu casa, me sentía cómodo, a gusto, ya que tus padres se portaban muy bien conmigo.
- ¿Y sabes por qué es eso?.
- ¿Por amabilidad tal vez?.
- Porque para nosotros eres como uno más de la familia, por eso te pregunto si quieres irte a vivir conmigo y mi familia, ¿qué respondes?.
- Mmmm, no estoy del todo seguro.
- Anda, venga- decía mientras se me ponía encima y pasaba sus brazos por detrás del cuello, además de esa voz dulce que pone cada vez que quiere conseguir algo con insistencia me gustaba mucho, desde luego, esta chica es muy lista, a veces, pienso que es demasiado lista.
- Está bien, tú ganas, me mudo a tu casa.
- ¡Bien!- después de decir eso, me dio un abrazo fuerte, tal vez demasiado fuerte porque notaba como se me iba el aire y le dije con el poco aliento que tenía:
- Jennifer... por favor... me estas... asfixiando.
- Uy, perdona, es que fue la emoción.
Mientras recuperaba el aliento, ella me preguntó:
- Bueno, ¿recogemos las cosas ya?.
- ¿Qué prisa tienes?.
- Mucha, quiero tenerte en casa antes de mañana.
- ¿Por?.
- Porque dice el viejo refrán: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
- ¿Y eso que tiene que ver?.
- Que podemos traspasar tus cosas a mi casa ahora, en vez de estar esperando a mañana, venga, empecemos.
- Ey, espera.
Al cabo de un rato, las maletas ya estaban preparadas, pero decidí preguntar:
- Jennifer, ¿dónde voy a dormir?, porque cuando me quedaba unos días en tu casa, me acuerdo de dormir en un sofá-cama del cuarto de invitados, pero, si me voy a quedar de forma permanente, entonces dejaría de ser el cuarto de invitados, ¿no crees?.
- Bah, James no te preocupes por eso, ahora vamos a casa, una vez allí, ya veremos.
- Está bien, como quieras, vamos.
Cuando llegamos a la casa de Jennifer:
- ¡Mamá, papá, ya estoy aquí!.
De pronto, salió Mary:
- Vale querida, pero no hacía falta que gritaras al llegar.
- Uy, lo siento, ¿sabes una cosa, mamí?.
- ¿Qué ocurre?.
- ¡James se une a la familia!.
- ¿De que hablas?.
- Déjame hablar con ella un segundo, ¿vale?.
- Como quieras, James.
Apartándola un poco de la madre le dije a Jennifer:
- Ahora que lo pienso, cabe la posibilidad de que tu madre no esté de acuerdo en acogerme, ¿no has pensado en eso?.
- Bueno, probemos suerte.
- Está bien.
Volviendo a estar cara a cara con la madre:
- ¿Y bien?.
- Mamí, ¿has pensado en que James se podría unir a la familia?.
- Pero, ¿a qué te refieres?.
- Que se quedara a vivir junto a papá, junto a ti y junto a mí, porque no me parece buena idea que se pase el resto de su vida solo, yo veo conveniente que lo pase en familia, ya sabes, que recupere el tiempo perdido, ¿me entiendes?.
- Si, hasta ahí estoy de acuerdo, pero, ¿en que habitación se va a quedar?.
En ese momento decidí intervenir yo:
- Podría quedarme con el cuarto de invitados, ¿no?.
- No, porque si viene algún familiar tenemos que hospedarlo allí.
- Ah, esta bien, entonces, ¿dónde me quedo?.
De pronto, Jennifer tuvo una idea:
- ¡Ya sé!, se quedará en mi cuarto, conmigo lógicamente.
- ¿¡Qué!?- dijimos tanto Mary como yo.
- Realmente, Jennifer, no creo que sea una buena idea que tú y yo compartamos cuarto, ¿no crees, Mary?.
- (Pensamiento de Mary): Bueno, que ambos compartan cuarto no es una idea tan descabellada como yo creí hace unos segundos, se ve que Jennifer está colada por él, y como yerno tiene buen partido, creo que apoyare la idea de mi hija, sí, eso haré.
- ¡Mary!.
- Eh, ¿qué paso?.
- Estamos discutiendo sobre si comparto cuarto con ella o no, tú tienes la última palabra, ¿qué dices?.
- ¿Qué digo?, pues que te quedes con ella.
- ¡Que dices!.
- Además, mira la parte positiva, nunca te encontraras solo con ella al lado, ¿no crees?.
- Pues no estoy yo del todo seguro...
- Calla James, no le hagas caso, mamí, él está totalmente encantado, o no le tardará en cogerle el gusto- entonces me miró y me guiño un ojo.
Cuando subimos a la habitación, le pregunté:
- Vale, ya tengo habitación, pero, ¿ahora donde meto yo la ropa?.
- En mi ropero, lógico.
Cuando abrió la puerta del ropero, yo esperaba ver el ropero a reventar, pero, para mi sorpresa, la mitad del armario estaba vacío:
- Jennifer, ¿te han tirado a la basura la mitad de tu ropa o qué?.
- ¿Por qué lo dices?.
- Porque la mitad de tu armario está vacío, yo pensaba que lo tendrías repleto de ropa.
- Pues no, aquí cabe perfectamente lo mío más lo tuyo.
Cuando empezamos a colocar las prendas en el armario, me fijé que ella tenia un apartado para cada cosa, pero en cada apartado solo estaba ocupado hasta la mitad, cosa que me hizo sospechar: - Es algo curioso, ¿no crees?.
- ¿El qué?.
- Que también este cajón esta ocupado solo hasta la mitad, demasiada casualidad, ¿no crees?, ¿no tendrías pensado esto de hace tiempo, verdad?.
- No- inmediatamente después, se le notó un poco la risa floja.
Tenía un método para averiguar si era cierto o no, me acerqué a ella por detrás y le dije:
- ¿Estás segura de que no tenías en mente esto antes?.
- No- otra risa floja más.
Así que cogí y empecé a hacerle cosquillas por los costados (¿qué esperaban?, ¿un interrogatorio policial o qué?), ella se retorcía de la risa y me pedía todo el tiempo que parara de hacerle cosquillas y yo le dije:
- Dime la verdad o no pararé.
- Basta, por favor (risa), te lo diré, pero para (risa).
Aunque me daba pena dejar de hacer eso porque su risa me gustaba mucho, pero accedió a decirme lo que quería oír:
- ¿Y bien?.
- Bueno, lo que sucede es que hace un par de días atrás, pues tenía la intención de preguntarte si querías quedarte aquí a vivir, por eso fui desalojando un poco mi armario para cuando llegaras, pues ya tenerlo todo preparado.
- Siempre dije que eras una chica muy lista
- (Risa).
El resto de la tarde nos la pasamos bien, ahora sabía que no volvería a estar solo, cuando nos quisimos dar cuenta, ya casi era de noche:
- Ya está cayendo la noche.
- James, te lo has pasado tan bien que es que el tiempo se te ha pasado volando.
- Por cierto, ¿qué me querías dar ayer?.
- ¿El qué?... ¡oh sí!, ya me acuerdo, es una carta, toma.
Ella me dio una carta, era de mis padres trataba sobre mi nacimiento, cosa que ya sabía, pero, además, también dentro del sobre había una llave, volví a leer la carta, ya que me pareció que había una parte referida a esta llave:
James, nos gustaría que entregaras esta llave a Jennifer, ya que ella fue nuestra pequeña princesa y queremos que ella se quede con lo que hay en la habitación cerrada con esta llave, es la puerta que está en nuestro dormitorio, no sé si te acordarás de ella, esperemos que cuides bien de Jennifer, vosotros dos sois nuestros mayores tesoros.
Recuerdo una puerta en aquel dormitorio, recuerdo que nunca la había visto abierta, me pregunto que contendrá, pero, eso deberá abrirlo ella.
- Jennifer.
- ¿Sí?.
- Mis padres te dejaron esto para ti.
- ¿Una llave?, ¿para qué?.
- Abre una puerta de la habitación de mis padres, ¿quieres ver de que se trata?.
- Sí, vamos.
Mientras íbamos de camino a mi casa:
- James, ¿por qué querrían tus padres que me quedara con lo que hubiera en esa habitación?
- Porque para ellos eras alguien muy especial.
- Siempre que mis padres tenían que ir a algún lugar donde no podían llevarme, tus padres siempre estaban dispuestos a cuidarme.
- Sí, tus padres también eran así.
Cuando finalmente estabamos delante de la puerta:
- Bueno, ya estamos aquí, abre la puerta, ¿no?.
- Sí.
Ella metió la llave y abrió la puerta, cuando entramos, ella encendió la luz y nos llevamos una sorpresa:
- ¡Guau!.
- Increíble.
Para nuestra sorpresa, era una habitación de grandes dimensiones, lleno de vestidos y zapatos.
- Vaya, a mi madre si le gustaba coleccionar ropa.
Mientras, James hablaba, Jennifer no le hacía ni maldito caso, ella estaba centrada en todo lo que había en aquella gran habitación, de pronto, con un ánimo increíble:
- ¿Todo esto es para mí?.
- Eso parece.
- Pero mira, hay de todo: trajes, trajes de noche, zapatos, pijamas, camisones, hay de todo, ¡esto es el paraíso!.
James tuvo que calmar a una Jennifer eufórica:
- Tranquilízate Jennifer, piensa que esto ahora todo tuyo.
Cuando finalmente se tranquilizó:
- ¿Sabes?, esto me ha hecho pensar y creo que esta casa la podríamos usar para estar tú y yo solos, ¿qué te parece?.
Conocía esa mirada, sabía que en cualquier momento su corazón puede ganar al cerebro y entonces no quiero saber que puede pasar, por eso decidí actuar antes de que ocurriera eso.
- Bueno, será mejor que vayamos a tu casa a comentárselo a tu madre, ¿no crees?.
- Sí, será lo mejor.
Mientras volvíamos a casa de Jennifer, ya había caído la noche:
- ¿Sabes una cosa, James?.
- ¿Qué?.
- Espero que te sientas cómodo en mi familia.
- Jennifer, jamás me he sentido incómodo cuando he estado en tu casa.
Ella me sonrió, cuando llegamos a la casa:
- ¿Sabes una cosa, mamí?.
- ¿Qué?.
- Pues que la madre de James me ha dejado una gran habitación llena de ropa.
- ¿Es eso cierto, James?.
- Sí, mi madre, al parecer le dejó a ella una habitación llena de vestidos y ropa, por ser su “pequeña princesa”.
- Bueno, me alegro por ti, pequeña.
- Gracias.
- ¿Queréis cenar?.
- Sí- respondimos los dos.
Cuando terminamos de cenar:
- James, vamos a dormir.
- Ahora voy, sube tú primero.
- No- dijo sentándose encima de mí- si tú no subes, yo tampoco- acto seguido, puso sus brazos alrededor de mi cuello y puso su cabeza sobre mi pecho.
- Anda, sube tú, solo será un momento.
- Está bien, pero sube pronto, ¿vale?.
- Sí.
Cuando Jennifer subió, James pudo hablar con Mary a solas:
- ¿Sabes?, me encanta Jennifer, pero, hay veces que se vuelve demasiado cariñosa y luego tengo miedo de lo que ella pueda hacer.
- No la culpes por eso, ya que es una chica muy cariñosa, además de ser muy mimosa, le gusta dar cariño a aquellas personas que son importantes para ella y le gusta dar mucho cariño a aquellas personas que son muy importantes para ella, tú entras dentro del segundo grupo.
- ¿Por qué lo dices?.
- ¿Por qué?, simple, has estado con ella desde que erais pequeños, eres una de las personas que más quiere ella, así que no seas tonto, y déjate querer por ella.
- Creo que tienes razón.
- Sí, ve arriba, seguro que te está esperando.
- Vale, buenas noches.
Cuando empecé a subir las escaleras se me ocurrió preguntar:
- Mary.
- ¿Sí?
- ¿Dónde está Tiffany?.
- ¿Tiffany?, se fue esta mañana, lo más increíble es que ninguna de las dos se acuerda de nada, creen que todo fue solo una pesadilla.
- Supongo que será mejor que se crean que fue solo eso, una pesadilla, buenas noches.
- Hasta mañana.
Subí a la habitación y cuando entré, todo estaba oscuro, la única luz que había era la luna dando una tenue luz a la cama donde Jennifer estaba dormida, se había dormido esperándome, pobrecita, se ve tan indefensa así, bueno, yo también estaba algo cansado y decidí dormir, ahora me sentía bien, volvía a tener una familia, tal vez ellos si puedan llenar el hueco que hay vacío en mi corazón, aquel vacío que habían dejado mis padres, una vez que me cambié de ropa, me metí con cuidado en la cama, no fuera a despertarla, cuando me tapé, me sentía raro, por un lado me sentía bien, ya que volvía a estar entre familia y que no me toman por un extraño, me tratan como a uno más, pero, por otro lado, me sentía mal, porque dejé mi casa y porque no pude defender a mis padres cuando Dakumaru los atacó, en mitad de estos pensamientos, Jennifer, inconscientemente se me abrazó y puso su cabeza en mi pecho, aquel calor me resultaba agradable, bueno, ahora no debo cometer el mismo error que cometí una vez, defenderé a esta familia, aunque para ello me cueste la vida, para mí todo se había acabado... todavía no sabía todo lo que me esperaba, estás son las primeras 16 páginas de este diario de aventuras, esta fue mi primera y ni por asomo la última de mis batallas.

Fin del primer capitulo.
Escrito por:
Lágrimas de Sangre.
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