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Categoría: Misterios

Cuidando casa ajena

Esta cayendo la noche. Estoy solo en esta casa. Me la dejaron para que la cuide. No hay nada que robar, y no creo que haya pasado gente por aqui desde antes que yo nazca. Sabia que existia. Su silueta a lo lejos, como una simple sombra sin color era punto de referencia de todos, pero no habia un ser humano en la tierra que conociera sus adentros, ahora habemos dos. Hace dos semanas que el hombre mas viejo que he visto en mi vida, compro ese terreno y se acomodo en la casa. Es muy raro ver caras nuevas por estos rumbos, donde la civilizacion toma pausas exageradas. Su llegada no podia pasar inapercibida. La gente se va y nunca vuelve, se los traga la tierra. Algunos nisiquiera se despiden. Aun no tenemos ni electricidad en las casas. Para escuchar la radio se utiliza baterias de las mismas que usan los carros y las canoas a motor. De vez en cuando es necesario llevarlas al malecon para que las cargen. La radio es la unica forma de saber donde estamos, y para donde deberiamos ir. Aca solo hay 15 casas paralelas al rio. Todas del lado sur, a excepcion de la casa del viejo que esta al otro lado del rio. Fui a la rustica tienda a comprar unas gaseosas cuando el viejo se me acerco y me pidio que le cuidara la casa.
"Por dos dias nomas" me dijo.
Primero pense que mi fama de honrrado me habia separado del contado resto, pero despues me entere que fui el unico que se atrevio a decir que si.
"Y cual es su casa?" pregunte ya sabiendo.
"La que mira el barranco, en la isla del frente" contesto mirandome a los ojos, como resignado a una negativa.
"Esa no hace falta cuidar" solte en respuesta esperando una palabra de concordancia.
"Yo no te pedi consejo. Solo dime si o no?"
"A pues, si" dije. No me caia mal un dinero extra.
Lleguamos los dos en su canoa sin murmurar palabra alguna. Tan solo pise tierra firme, un lodo seco y quebrado que en tiempo de aguaje se unia con el rio, y el se fue. La casa estaba parada sobre cuatro pilares de caña. Elevada como es costumbre dada la crece del rio cada aguaje. Tenia una escalera con tres escalones bien amarrados con cabo, el cuarto escalon se habia caido de un lado. La asegure con un nudo. La soga prieta del amarre la corte de una atarraya vieja en medio hundir en el lodo. Aguantara por un tiempo, al menos hasta que vuelva el dueño. La vegetacion estaba en todos lados, menos en el trazo de la casa al rio. Ahora que estoy dentro, y una vez oscurecido, parece un lugar diferente. Prendo una tela incrustada en una lata con combustiente que sera mi luz hasta que me venga el sueño. Me acuesto en la amaca y me pongo a pensar. Que sera lo que quiere ese viejo que le cuide, si aqui no hay nada. El viento empieza a soplar y se mete por las arrugas transparentes de la pared de caña. No me da sueño, asi que tomo la decision de sentarme en la puerta a ver el rio, donde las lechugas acuaticas le dan al agua dirreccion y sentido. La marea esta bajando, elemento. Un tufo putrefacto de pronto atesta el pequeño cuarto, y se escucha el zumbido de moscas. Abaniqueo a los lados en acecho del animal muerto que despide el olor y lo encuento a 100 metros en el caudal del rio. Las lechugas parecen en procesion y hay un buitre, mas negro que la noche, vestido para la ocacion, sentado en la panza inchada de la echada a la perdicion vaca muerta. Poco despues el viento se lleva a cuestas el olor, y deja el ambiente frezco pero demasiado insipido. El silencio se vuelve insoportablemente alto, tanto que no me aturda incomodandome para dormir. Continuo perdido en la noche, sentado en la puerta, con los pies al aire, esperando el sueño. Unas ramas secas se quiebran como si la hubiran pisado, y ese sonido nitido me pone atento, como cuando los perros levantan las orejas cuan antenas, y trato de aferrarme al ruido buscandolo con las orejas. Debe ser algun animal, debo dejarme de boberias. Mejor me voy a la amaca. Miro dentro, y entre la luz bailarina de la lampara hecha en casa, veo destellos de la amaca aun balanceandose. El viento esta muy fuerte, concluyo para calmarme. Cierro la puerta y tranco el palo horizontal, y dudo que haga falta, no hay un alma que se atreva por estos rumbos, y me acuesto. La amaca se molda a mi espalda y me sostiene, con una sensacion de alivio que me recorre la espalda hasta donde pierde su mejor nombre. Siempre me hace sentir como un niño en brazos de su madre, y hasta me parece escuchar un arruyo. El sueño se presenta ligero, y doy un empujon con el pie para quitarle la estabilidad a esta telaraña del descanso, y empezar el columpio. De pronto un viento aplastante abre y cierra la puerta con un golpe a la vez que apaga la lampara. La amaca se estabiliza en seco y caigo al suelo por lo subito de la transicion. Siento que no estoy solo, lo siento en los huesos, en la piel, me lo indican los bellos erizado como gato asustado, como si el aire ahora estubuiese escaso al llenar dos pechos, como si me estuvieran viendo con los ojos mas criticos del mundo. Uno sabe cuando no esta solo, y asi lo se ahora. Su mirada me quema. No se escucha nada, no hay olor, no hay luz, no existo. No hay imagenes que sobrepasen esta distancia creada por el miedo, o por un poder domador; y me refugio en un limbo paralelo. Mis sentidos estan alertas, buscando desesperados alguna señal que me diga que aun sigo aqui. Lo unico que se mueve es mi corazon. Palpita crujiendo en mi pecho, y me olvido de todo. Me pierdo en los tambores ritmicos, como el llamado indio a la guerra, de mi latir. Ahora se que aun estoy vivo, los corazones de los muertos no palpitan tan alto. Peleo por soltar una palabra, una pregunta, hablar, pero el aire se come el sonido, se come todo. Mis oidos son los primeros en despertar del trance, aun el resto de mi no me hace caso, solo escucho, como atrapado en una coma profunda. Escucho la respiracion de dos seres, y el latir del corazon de solo uno. Estoy seguro que no estoy solo. La amaca empieza a crujir mientras se mece. Algo demasiado pesado esta amacandose, haciendo sufrir los pilares donde se sujeta, moviendo la casa entera. Escucho otra vez las moscas, pero esta vez mas cerca. Estan sobre la casa como una nube de tormenta lista para desenfrenar. Es un zumbido desquilibrante que prefiero la sordera, y me alegro de no poder ver.
Al de la amaca lo escucho refunfuñante, enojado, soltando maldiciones.
"le dije que me mandara un alma, y mira lo que me envia" renegaba "yo con esto que hago, si no se a robado ni una pendejada".
Mis piernas sacan fuerzas del miedo, antes que mis ojos que aun se cubren en la ceguera, y salgo corriendo sin direccion que no sea otra que fuera de la casa. El cuarto escalon esta caido en la misma punta, como antes, y caigo de boca al lodo sin presentirlo. Me quedo soñado, inmovil, vulnerable. Cuando abro los ojos el sol ya reina y las lechugas van para el otro lado pero me vuelve a envolver el mismo miedo de anoche. Me paro, miro para atras y ya no esta la media atarraya al aire, tampoco las escaleras, ni la casa que procedia. No hay nada. No hay huellas. Un humo inusitado sale de las grietas secas del lodo y vuelvo a escuchar las moscas. Me tiro al agua, nado, nado y nada.
Datos del Cuento
  • Autor: Baldomero
  • Código: 2510
  • Fecha: 14-05-2003
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.52
  • Votos: 21
  • Envios: 3
  • Lecturas: 4777
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