Érase una vez una niña llamada... ¡que importa el nombre!... era la noche de Reyes, una noche mágica en la que estaba especialmente ilusionada porque había pedido... ¡que más da lo que hubiera pedido! sabía que los Reyes Magos eran los únicos que podían cumplir su ilusión, nunca antes la habían defraudado ¿por que iban a hacerlo este año?
Como cada 5 de enero limpió muy bien sus zapatitos y los colocó bajo el árbol navideño, preparó también tres vasos de leche y algunos polvorones para tan fieles amigos y se acostó tan nerviosa que esa noche apenas logró conciliar el sueño.
A la mañana siguiente cuando se levántó corrió hacía el lugar en el que deberían de estar los regalos, se llevó una gran sorpresa, los tres vasos de leche estaban intactos y no había regalo alguno.
Miró entonces el calendario:
- ¡No puede ser!... ¿tan mal me he portado este año?... ¡es 6 de enero y no tengo mi regalo!... algo grave ha debido de ocurrirles para no visitar mi casa.
Sin mediar palabra salió a la calle con el único propósito de encontrar a los Reyes Magos. Durante varios días y varias noches estuvo gritando sus nombres y buscando en los lugares más insospechados pero parecía que la tierra se los hubiera tragado.
Cansada de buscar empezó a pensar que los Reyes Magos nunca habían existido... esas cosas que los chicos grandes decían en el colegio sobre ellos debían de ser ciertas, ¡que tonta he sido! ¡cuanto tiempo engañada!
Al llegar al portal de su casa se dispuso a coger el ascensor, vio entonces que de la puerta colgaba un cartel con una frase... ¡NO FUNCIONA!... en ese instante su corazón empezó a latir a un ritmo mucho más acelerado.
- ¡Están ahí! ¡Son los Reyes Magos!
Corrio en busca de ayuda, llámó a todos sus vecinos... la carcajada fue general cuando la niña explicó el motivo de su angustia y por supuesto nadie la creyó.
Comprendió la pequeña que la puerta del ascensor estaba hecha de FE y que por muy pesada que pareciera, era así para que unicamente personas como ella pudieran abrirla.
Y aunque no lo creais ¡allí estaban los Reyes Magos con su regalo!, nadie, excepto una niña les había echado en falta, solo ella pudo recoger su regalo de manos de los auténticos Reyes Magos.
A MIS CASI 32 AÑOS HE APRENDIDO QUE SOLO DEPENDE DE MI QUE LOS REYES MAGOS VISITEN MI CASA CADA 5 DE ENERO.
Dedico este cuento muy especialmente a OLGA OMEYA y GABRIEL MUÑOZ. Gracias por vuestro mail.
Un beso