En el nombre de Dios...
Amanece y con el crepúsculo se divisa la silueta del guerrero en lo alto de la colina.
Montado en su caballo de guerra pasó la noche recorriendo el campo de batalla.
¡chiaaaaaaaaaakkk!
Del brazo del guerrero a partido un halcón con un mensaje...
- He soportado ofensas tras de ofensas... callado.
He puesto la otra mejilla y mil veces me han golpeado.
Estoy dispuesto a soportar más...
¡Sí, leyeron bien! Seguiré soportando las piedras que me arrojan a la cara.
Hay una sola condición... Quiero a Izabel Silveira y a Sigrid. Quiero que me las devuelvan.
Si al ponerse el sol Izabel y Sigrid no están montadas en la crupa de mi caballo... Sufrirán de mi parte el ataque más devastador que puedan imaginar.
¡Va a arder Troya!... ¿Ya me entendiste infeliz?
Pero tú, que manejas los hilos de la marioneta siempre te has salvado porque yo lo quise así... ya no más.
Mientras el ataque de ustedes se circunscribía a mi persona, estabas a salvo.
Ahora atacas a mis amigos... NO TE VOY A DEJAR.
Me he puesto a pensar en QUÉ ES LO QUE YO LE HICE al infeliz este para que tenga que soportar su ataque permanente y gratuito.
He tratado de averiguar LA CAUSA, EL MOTIVO, LA RAZÓN.
¿Ustedes no se han preguntado el por qué de esa obsesiva persecución?
El infeliz no tiene ninguna.
Al infeliz lo maneja “ella” como una marioneta.
Ella es quien tira la piedra y esconde la mano.
Entonces surge una nueva interrogante... ¿Qué la motiva a ella?
¿El amor?
Yo pensé que era eso.
Imaginé que era su forma de llamar mi atención sobre ella.
Una doctora en psicología (de esta página) me ha dicho que no.
Aquí hay una persona que domina a la otra y la usa para sus propósitos.
Como dicha doctora cuenta con todo mi respeto al igual que su esposo, he de creerle a ella.
Entonces si no es amor... ¿Qué es?
¿Despecho?
¿Venganza?
Si no me devuelven a Izabel y a Sigrid los voy a APALEAR a los dos y he de PASEARLOS DESNUDOS por la página.
Dios sabe que NO QUIERO atacar porque una vez que comience no los voy a dejar hasta verlos despedazados.
Izabel y Sigrid: Vine por ustedes dos... ¿Van a montarse y regresar a casa... o comienzo el ataque?
Estoy esperando...
Ah amigo, como haces de mis delicias con tus escritos, sempiterna es la dama desvalida en cuya defensa no meditas acudir, y haces lo tuyo, heroe de verbo y poesía, debo agregar que me ha dejado gratamente sorprendido el comentario de Arcángel que deja filtrar suavemente su buen gusto por las letras y el arte de escribir, por eso vivimos en la colina, hemos aprendido a distinguir la pasión de la locura...