Había una vez una pared tan alta que no podía verse su final y de una extensión tal que por mucho que se caminara nunca se llegaba a ninguno de sus extremos. Frente a esta pared había un corazón que, como todo corazón que se precie de tal, era ciego.
Corazón sabía que del otro lado de la pared existía un hermoso prado y que si algún día lograba atravesar el muro podría, por fín, ser libre y felíz, también sabía que existía un componente mágico en el muro que curaba toda enfermedad que quien lo traspasara tuviera. Esto realmente lo ilusionaba, por lo que una y otra vez intentaba llegar al otro lado, guiándose por las voces de las personas que allí vivían. Y así una y otra vez se chocaba contra el muro, lastimándose más y más a cada intento.
Después de años de intentar atravesar el muro, ya cansado y hasta medio sordo por los golpes recibidos, desistió.
Y justo cuando se había resignado a vivir siempre sordo, ciego y solo de ese lado del muro, comenzó a oir una dulce voz. Al principio creyó que se trataba de una de las personas del otro lado del muro, pero poco más tarde notó que se trataba de una voz completamente diferente: ésta venía de su interior. Hacía mucho que no la escuchaba, pero esta vez decidió hacerlo porque era su última opción y, paso a paso, siguió todas y cada una de las instrucciones que SU voz le dio. Apenas unos minutos después encontró una perilla...UNA PERILLA!!! en el muro había una puerta!!! la giró y pasó al otro lado.
Cuando calmó su felicidad por haber recuperado la vista y el oído y haber curado todas sus heridas, se dio cuenta de que el otro lado no era como se imaginaba.
Sí, había un prado y era hermoso, pero él estaba tan atemorizado y desilusionado porque las personas que allí habitaban siempre le habían dado las indicaciones incorrectas que Corazón decidió volver a su refugio, al otro lado del muro. Cuando llegó descubrió que no estaba solo, como siempre había pensado, sino que dispersos a lo largo y ancho de la extensa llanura había corazones herido como él, ciegos y desesperados, que oían los consejos y advertencias de esas personas acallando SUS PROPIAS VOCES.
Uno a uno ayudó a los otros corazones a pasar por el muro para curar sus heridas y enfermedades y, uno a uno, al igual que él, todos volvieron a su refugio. Allí ya no estaban solos, o ciegos, o sordos, o heridos y vulnerables.
Años más tarde Corazón supo que las personas del otro lado del muro no tenían la intención de confundirlos, pero sus voces se habían visto modificadas por el grosor del muro y así también sus instrucciónes. Y, de todas formas, si antes de escuchar a los demás los corazones hubieran escuchado SUS PROPIAS VOCES, habrían encontrado el camino desde el comienzo.
POR ESO NO TENGAS NI LA SOBERVIA DE QUIEN A NADIE ESCUCHA, NI LA DESCONFIANZA DE QUIEN NO SE ESCUCHA A SI MISMO. ESCUCHA PRIMERO LO QUE TU VOZ DIGA Y DESPUES LO QUE DIGAN LAS DEMAS. ENCUENTRA EL PUNTO JUSTO E INTENTA SIEMPRE DISCERNIR CUAL VOZ ESTA DISTORCIONADA Y CUAL NO. EN ESTO TU VOZ SERA DE GRAN UTILIDAD. NO LA ACALLES.