Veo desde mi esquina a una pequeña cucaracha que sube sobre la mesa. De pronto, algo le cae y es aplastada parcialmente, machucando su cuerpo tan solo la mitad, desparramando una crema amarilla que le brota por una de sus partes. Aún así, este insecto continúa arrastrándose hasta bajar de la mesa y continuar su camino dejando siempre esa crema viscosa a lo largo de su paso... Me sorprendo de su tenacidad y su fuerza; por un momento parece detenerse, pero no, no, ella no se detiene...
Me río de esa imagen y me dan ganas de aplastarla, pero disfruto más observándola desde un rincón del cuarto... ¡Hasta dónde irás, maldito insecto! - me digo. Me pongo a pensar: "De qué, o de quién estará huyendo". De pronto, veo que una larga línea de hormigas se le acercan. Al principio le rodean, y luego se la montan, mordiéndole por todos lados. ¡Es increible! - me digo, al ver que aún, así la maldita cucaracha, ya sin antenas, cabeza y con tan solo dos extremidades continúa avanzando... ¡Que tal fuerza de esta cucaracha!...
Veo que esta bestia se ha quedado sin extremidades, las hormigas se las llevan en total órden hacia su hueco. Después de un breve momento, no queda nada de la cucaracha; sólo esa línea viscosa que dejó a lo largo de su huída.
Lo extraño de esto es que aún quedan unas cuantas hormigas paseandose por los alrededores del cuarto, como si hubieran olido algo que necesitasen... Curiosamente me les acerco, y noto que unas cuantas se trepan por mis uñas, paseándose por mis extremidades, como investigando la clase de bicho soy yo. Si soy o no comestible, no lo sé, pero me causa curiosidad que circulen por partes de mi cuerpo, causándome cosquillas...
De pronto, siento que me hincan en una parte de mi barriga, y recuerdo que es justo una herida que tuve hace unos días cuando una bestia salvaje trató de arañarme mientras desayunaba... Esta herida aún no se me ha curado, y, mas bien me ha crecido como un chupo rojizo; siempre me arde, pero yo siempre he sido muy despreocupado por mi persona... Últimamente ha estado ardiéndome, y latiéndome como si tuviera dentro otro corazón... Es tan fea la herida que me da asco mirarla...
¡Oh que terrible!, estas hormigas se han metido dentro de la herida y están masticándome sin piedad, ¡Oh es terrible!... Con todas mis fuerzas empiezo a rascarme, morderme y, felizmente, las malditas empiezan a largarse...¡Oh, que terrible! veo que una línea de hormigas están acercándose con terribles intenciones, seguro pensaran que soy otra cucaracha... Salgo del rincón en que me hallo y, ¡Oh, es una pesadilla! veo que una mancha negra está bordeandome por las cuatro paredes del cuarto en que me hallo, y, me doy cuenta que no es una simple mancha, sino, son millones de hormigas que vienen hacia mi...
Esto debe de ser una pesadilla, pues me hallo rodeado de un mar de infinitas hormigas... Salto del lugar en donde estoy y trato de aplastarlas, pero son demasiadas. ¡Oh, es un milagro! Veo que la ventana del cuarto está a mi alcance. Salto y no me importa nada. A pesar que estoy en un segundo piso, caigo sobre la entrada de la casa... Estoy mareado, y tengo mis patas rotas. Trato de marchar, gritar, pero estoy débil, sin fuezas, medio muerto...
¡Oh, no! Miró desde el suelo, y veo que una ola inmensa de hormigas está aplastándome. Por mas que me sacudo, no puedo despegarme de ellas... ¡Oh, me ha llegado la noche, siento que todo oscurece! Si, son las millones de hormigas que ferozmente empiezan a devorarme...¡Oh, es un dolor terrible, es mi fin!
¡No puedo mas! Grito como nunca lo he hecho, pero nadie acude a mi. Me siento peor que una cucaracha, cuando no soy mas una humilde rata herida por un gato, cuando buscaba un poco de queso...
MON 11/06/04