La madrugada comenzaba abrir su corola azul sobre el horizonte.El viento traía en su vuelo el olor a tierra mojada, a caña fermentada por la humedad y el calor del trópico. Caña...universo verde, amarga realidad al paladar puertorriqueño, caña que al entremezclarse en el trapiche con el sudor y la miseria del campesinado, endulzaba las vidas almidonadas y el bolsillo de los magnates gringos de la Eastern Sugar.
___ Compay Luis, hoy si que no perderemos tiempo...el que se picó una mano se la picó, el que se cortó un brazo se lo cortó.
___Compay Pragmacio, si la cosa es ansí, no cuente conmigo pal colte de ejte día.
Los braceros iniciaban su jornada diaria con una caminata de 3kms que los llevaría hasta Saín. Botas de goma, camisa arrugada de manga larga con surcidos de hilo Indio, pantalones amarrados con cohitre en la parte baja,un sable que había sido amolado para cortar hasta suspiros y una lima nueva metida en un pequeño bambú colgado a la cintura constituían el uniforme de este ejercito de miseria.
El mejor limpiabotas del pueblo, el negro Jeve, había abandonado la generosa sombra de los centenarios robles de la plaza pública así como su cajón de limpiabotas para adentrarse en el mundo del cañaveral. Pronto comprendería que no era lo mismo sudar anilinina negra, ensuciarse las manos con betún Jockey o pintar zapatos con Rápido, Griffin blanco que cortar caña de sol a sol. Aquello le sabría peor que las solemnes amenazas de algún blanquito del pueblo, de no pagarle por mancharle sus fabulosas medias Once Once blancas.
___ Préndanle fuego a la pieza, vociferó Pragmacio.
El aire dentro del callejón de cañas tornose irrespirable, seco, asfixiante. Las cenizas pintaban de negro y gris las casuchas de cartón asfaltado y madera en la Barriada Buenos Aires. Las mujeres cerraban puertas y ventanas evitando que el intruso negro entrara a dañar la comida, otras recogían los últimos "guayucos" que aún colgaban de los tendederos de alambre dulce.
Encendieron la otra mitad de la pieza y abrazándose ambas fogatas a mitad del cañaveral... murieron.
La caña aún hirviente y crepitante comenzó a ser cortada de su vínculo a la tierra y en ese proceso se rebelaba, se defendía. La pelusa se posesionaba de cada centímetro del cuerpo, su escosor desesperaba tanto como la vida misma del bracero, la ceniza teñía de rojo los ojos, las filosas hojas trazaban surcos de sangre en las manos.
Aquellos tennis Converse de cabetes rojos y la camisa Chemis corta evidenciaban que Jeve no pertenecia a ese lugar. El limpiabotas cavilaba mientras la faena continuaba, que aquel machete que su padre utilizaba para cortar malojilla en su batey, era lo mismo que tener un martillo sin mango.No tenía el filo adecuado para la extenuante tarea de 12 horas en el cañaveral.Pudo cortar algunos cañámos pero en unos minutos su sable comenzó a rebotar sobre la dura superficie de la caña. El resultado era una magulladura sin el preciso corte que lograban los avesados braceros con sus relucientes y gastados machetes.
La confianza del limpiabotas se desmoronaba, el ácido láctico se apoderaba de cada nervio y músculo en su cuerpo así como de su orgullo de macho joven.Definitivamente se había metido en camisa de once varas. Aquel estúpido sable y su endeble constitución física en nada ayudaban.Nadie se había percatado de su inútil gesta con el machete boto,pero estaba ansioso por largarse a su casa.En una súbita transfiguración sus tennis se tornaron del color de su rostro y sus facciones del color del Griffin blanco por el hambre, la sed y el esfuerzo.
Hicieron un alto en el corte, el aguador apareció con dos latones de agua fría del Majón a socorrer a los picadores de aquel infierno verde y del sol que en un ángulo de 90 grados maduraba hirviente sobre sus cabezas. Un cuarto de hora más tarde una diminuta figura se hacia visible, ejecutando un acto de equilibrismo con un cajón de madera sobre sus hombros digno de ser presentados en el Circo de los Hermanos Marco.Desafiaba la gravedad sobre
los callejones henchidos de caña recién cortada, ni una fiambrera se caía... era el almuercero.Repartió los clásicos de la cocina de la colonia, arroz pullita con habichuelas marca Diablo, corned beef,bacalao del que tardaba dos días en desalarse,carne cecina para los mas afortunados y un poco de cafe negro con la ironía de que no tenía azúcar.
Todos disfrutaban el frugal almuerzo menos el Negro Jeve, el almuercero no había traído nada para él.
__ Mira mijo, le increpó Pragmacio,¿no piensas almolsal, tu mai no le pagó los 2 chavos al almuelcero pa' que trajera tu comida?
Un balde de agua fría cayó sobre el ya maltrecho espíritu del limpiabotas. ¡Había olvidado el detalle del almuerzo!
__ Mi mai lo que me dió fue una peseta pa que almolzara.
Una veintena de miradas y caras sucias, maltrechas por el esfuerzo de tantas zafras,marcadas con cicatrices de pleitos de barra,por el hambre,por el hambre, o por el mordaz pellizco de un machete se posaron sobre el limpiabotas. Una veta de sorna y malicia sana les cauterizó el pensamiento... ¡a quién carajos se le ocurre venir al cañaveral y traer una pesetal pal almuerzo, estaban a 3kms. del ventorrillo más cercano del pueblo!
Aún faltaba cortar la mitad de la pieza y recoger la caña con ayuda del Marañón.El limpiabotas no esperó que la carcajada invadiera sus oídos o que la mofa de la que sería objeto apretara sus testículos. Soltó el machete y como negra sin pañuelo emprendió el viaje de regreso al pueblo, con la esperanza que un tren de caña pasara y pudiera llevarlo.
Me debí haber quedado ligando pares y brillando zapatos en la plaza;éso es mejor que cortar caña al medio día.