¿Que me esperaba para mi despedida de soltero?
Lo ignoraba.
Mis compañeros de mi equipo de futbol habían organizado una reunión, luego de la práctica. La proximidad del casamiento pero mucho más el miedo a las posibles bromas, hicieron que mi participación en la práctica fuera desastrosa. Cuando terminó y todos fueron a ducharse, el DT me pidió un aparte. Me dió una larguísima lista de consejos y técnicas, para que las fuera pensando. Finalmente agregó: -Bueno, pero no te hagás problemas, que esto no quiere decir que haya problemas con vos. Ahora poné la cabeza en tu matrimonio. Cuando te reintegres, vemos. ¿Tenés todo listo?
Por cortesía le conté como iban los preparativos. Pero me urgía tomar un baño.
Al llegar al vestuario, todos se habían bañado y estaban vistiéndose. me sentí en desventaja, sobre todo por ser la noche de mi despedida de soltero.
Comencé a bañarme con miedo. No obstante, mis compañeros no prestaron atención. Seguían en su lugar, charlando y riendo. Me reuní con ellos, mientras me secaba y buscaba mi bolso para vestirme.
-Ahora-gritó uno de ellos. Me agarraron entre todos, me pusieron la toalla en la cabeza y comenzaron a arrastrarme. Quise poner resistencia, pero sabía que era inútil. Tuve un fogonazo mental: esa larga charla del DT....era para retenerme y darles tiempo a que se prepararan.
Me llevaron hasta el el estacionamiento del club. Me encerraron en el baúl del auto de uno de ellos, me sacaron la toalla, partimos.
Anduvimos largo rato, no sé cuanto. En un momento se detuvo el coche y me preparé ¿para qué? Así como estaba no iba a poder escapar.
-Te felicitamos, te felicitamos. Ahora a caminar.
Estábamos en una de las calles principales de la ciudad. Me ataron las manos a la espalda, con una cuerda que a su vez ataron al paragolpes del auto.
-Pará que falta el maquillaje-dijo uno de mis antagonistas del equipo, que me odia porque le saqué el puesto. Traía un lápiz de labio. Me pintaron la cara y el cuerpo: puto, cornudo, maricón y todo tipo de linduras.
-Bueno cacho, al trotecito.
Fue un largo andar. Era una hora en que había mucha concurrencia. La gente me miraba, me reconocía, aplaudía. No se cuanto anduve al trote, con todo al aire, enteramente desnudo ante el mundo, mientras me seguía una caravana de autos, con mis compañeros frenéticos, tocando bocinas. La broma no terminó allí.
Llegamos a una esquina, en la que todos pararon. Me ataron a un árbol y sentí gran cantidad de flashes. Todo el periodismo gráfico presente. Algunos suplementos deportivos llegaron a ponerme en la portada, así, totalmente en bolas, fruto de la broma de mis amigos.
A mí me parece sadismo puro y duro... Qué mal gusto de cuento, y si es verdad -que lo dudo mucho- que asco de gente que se divierte en la humillación humana.