Una noche en el barrio. Se prepara la banda boom del momento que, dos semanas antes, había llenado el estadio de Excursionistas (15,000 personas). Una fiesta para despedir el año y para demostrar que no cualquiera es callejero (puesto que no todos soportan tres recitales seguidos de la misma banda: 28, 29 y 30 de diciembre) . Bandas teloneras y el agite de todos aquellos que ansían que la banda haga su presentación. Callejeros, una vez más, en el escenario. Adrenalina, banderas por doquier; todos los callejeros o por lo menos, la mayoría, están ahí presentes.
Sin embargo, un segundo puede cambiar absolutamente todo.
Se oye un estallido particular que no es típico de las fiestas callejeras. De pronto, todo se oscurece. Gritos y llantos. Corridas y desesperación. El humo intoxicado se apodera de cada uno de los cuerpecitos que intentan huir de ese espacio negro y sin vida. El tiempo es crucial en estas circunstancias. Un segundo más hubiera podido salvar una vida. Un episodio trágico (porque no se lo puede denominar de otra manera) fue el que se vivió el 30 de diciembre en el barrio de once, más específicamente, en el boliche República Cromañón. Esa noche se enfrió en un suspiro; y esa noche fallecieron doscientas almas, doscientas ilusiones. Lamentablemente este suceso es fiel reflejo de irregularidades que se aplican a todos los estratos y a todos los ámbitos. Nadie se salva: no nos salvamos. Es el reflejo de una sociedad realmente enferma. Una sociedad individualista que desconoce hasta su propio límite. Es que ya no existe alguno. Cabe preguntarse, a modo de reflexión, ¿qué nos está pasando?. Nada se relaciona con un cambio biológico, con una cuestión que pueda controlar la naturaleza…es un problema cultural. Nuestra cultura presenta grietas que nos llevan a actuar de la manera que lo hacemos cotidianamente. Ojo! No es una manera de proyectar culpas (como la mayoría lo hace: “la culpa es de fulano de tal”) porque, aunque Ud. no lo crea, cada uno de nosotros forma parte de esta cultura y a su vez, la construye.
De esta manera, los errores que cometemos no carecen de causas, es decir, no son extraordinarios; ni mucho menos, ajenos. Culpar a Chabán, los inspectores, los bomberos, los del SAME,Ibarra y Kirchner son formas de proyectar y de desresponsabilizar a cada uno de los argentinos, es decir, a nosotros mismos (con esto no quiero decir que no tengan su cuota de responsabilidad). Pero personajes, justamente, como Chabán, Ibarra, Kirchner, Menem, Rodríguez Saa, Macri, Lilita Carrió, Zamora, Castells, Hadad, etc., etc. existen porque esta sociedad lo permite y porque, cada uno de nosotros, en diferentes proporciones, tiene aspectos de algunos de ellos. La cuestión es que son personajes públicos pero no son más mierda que nosotros; son la misma mierda, o quizás, menos. Quizás sean, inconscientemente, la representación de la mierda que somos.
Estas circunstancias de dolor, de bronca y de impotencia impiden que los hombres elaboren un pensamiento crítico y autocrítico. Tanto el odio como el amor son afectos que obstaculizan el razonamiento y el análisis de las situaciones lo más objetivamente posible. Por eso, es entendible que los familiares y los amigos (aunque yo soy una de ellos) piensen lo que piensan. Quieren decapitar a Ibarra y a Kirchner y a Chabán y a quien se cruce en el camino (eso si…la banda no tiene nada que ver). Yo los entiendo, los comprendo; y es más, reconozco que hubo instancias que pensé exactamente lo mismo.
Sin embargo, el verdadero cambio está en aquellos que no padecieron la desgracia directamente. Aquellos (nosotros) que quizás podamos dejar a un lado la bronca y el dolor, deberíamos reflexionar el accionar de nuestro pueblo y de nosotros mismos. Y no conformarnos con simples respuestas y con simples culpas. Preguntas: millones. Respuestas: ninguna. En primera instancia, debemos luchar por las preguntas sin respuesta; hurgar y encontrarlas. Pero no caigamos en el facilismo u operacionismo, tan característicos de nuestra época. No nos guiemos por asociaciones lógicas desprovistas de contenido. Los problemas son estructurales. Nada es tan fácil pero nada es imposible. Y a lo que me refiero, va más allá de la postura política de cada uno. Es simplemente reflexionar sobre nuestro accionar cotidiano; sobre las sucesivas pequeñas e insignificantes cosas que llegaron a desembocar en un “sorpresivo” incendio la noche del 30 de diciembre del 2004. Para y por aquellos que fallecieron; para y por aquellos que sobrevivieron; para y por nosotros, los argentinos. Que las noches sigan sucediendo pero que no se enfríen. Las almas que se fueron son un síntoma; síntoma de una enfermedad que debemos combatir. Las cosas van a cambiar cuando nuestras cabezas lo hagan. Cuando tomemos consciencia de nuestros actos y de sus consecuencias. Mientras tanto, lo único que queda por decir es que:
“ Si me cansé de esperar,
Fue porque mi tiempo no curó ni una herida,
Si me cansé de olvidar,
Fue porque el olvido es la “pastilla suicida”.”
Lloremos por ese ejército de ángeles pero no olvidemos. Tampoco olvidemos que nosotros formamos parte de esta enfermedad y que colaboramos con su emancipación.
Giles sobran…
Hijos de puta también…
Pero nosotros avalamos a esos giles y a esos hijos de puta. Avalamos su existencia…por lo tanto, somos tan giles o tan hijos de puta como ellos (dependiendo de los casos).
Para finalizar, voy a hacer referencia a una estrella (porque yo te denomino así) que espero que me siga iluminando, de ahora en más, desde el cielo (o desde donde esté; porque en algún lugar, por más recóndito que sea, ÉL está): Martín Javier Confino. Un hermano, un hijo, un nieto, un novio, un amigo, una persona con todas las letras; intachable y única. Gracias por tu calidez, por tu plenitud y por tu sonrisa. Esa sonrisa logró llenar mi corazón. Agradezco haber tenido la posibilidad de conocerte y quererte de la manera que te quiero. Si bien no estás físicamente presente, todo lo que hiciste, dijiste, pensaste, combatiste y fuiste está en mis recuerdos y siempre van a permanecer allí. Inevitablemente, cada vez que pienso en vos, sonrío. Será porque eras eso: alegría.
"POR LOS SUEÑOS QUE SE HUNDIERON ALLÁ".....y para que sigamos soñando sueños, no pesadillas...