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Búho (capitulo 2)

No entiendo por qué la gente fuma. Escuché muchas veces que lo hacían por el instinto de chupar la teta maternal; otros, porque los relajaba y muchos por la monería de ver que su grupo de amigos fumaban... En mi caso, yo fumo cuando la soledad me invade, o cuando la nostalgia me empuja al vacío existencial... Y al sentirme tan mal e insignificante..., fumo, tratando de llenar de humo, aquella oquedad.
La noche aún me abriga. Veo al fumar que, por cada pitada que doy, produzco grisáceas formas de humo, y me hacen realizar que, los fantasmas existen en nuestra imaginación, pues sus formas y vida las creamos los vivos, a los cuales éllos anhelan volver a ser...
Aún está oscuro. Vivo en un edificio en los últimos pisos, y tengo una ventana que da hacia la calle, no es muy grande pero es la única que me muestra desde mi cuarto el mundo exterior... Sí. La calle esta bien oscura, todo está silencioso, y sólo cobra vida, cuando veo pasar a un gato o a un perro buscando alimento y el calor de un refugio...
Es extraño, pues al frente de mi ventana veo varios edificios pintados por las sombras y las prístinas luces de los faroles, causándome el sentimiento renuente de la tristeza... Por ello, sigo fumando.
Una ventana iluminada de un edificio un poco lejano me llama la atención. No sé por qué, abrigo la esperanza de que quizás yo no esté tan solo... Quizás, me esté mirando por su ventana y, desee conocerme; imagino que sea una mujer que también esté fumando, deseando encontrar a su otra mitad, y apagar su insomne soledad. Agradable sería conocerla. Seguro, al igual que yo, no puede dormir... Oh... Se apagó la luz, sólo fue una ilusión, el humo de una pitada de cigarro. Muchos creen que el cigarro calienta, pero a mí, aunque estoy desnudo, me hace tiritar de frío, aun así sigo fumando...
Por qué será que desde la altura de un edificio, se siente uno inexpugnable e imperioso... Mira hacia abajo y ve que, pudiera controlar y decidir el rumbo de cada ente que se arrastra por el llano... Oh... Un coche en la entrada del edificio, y con las luces encendidas, ¿me estará esperando? ; o quizás esté buscando a alguien; o quizás esté como yo..., solo, esperando que algo cambie su grisácea vida, que algo bello y tierno lo ilumine de cálidos colores como el arco iris, que desee encontrarse con el amor imprevisto..., por supuesto, en el caso de una fémina... Y si fuera un varón, seguro que en una noche como esta, buscaría el calor de una sincera amistad... Si. Quizás sea como yo... Caramba, apagó las luces, me equivoqué, fue solo otra pitada de cigarro... Solo es alguien que carga el pasado, y sueña con el futuro, y no ve que esta noche es el presente.
Mi cuarto no es tan chico, tengo baño, comedor, cocina y una cama que, ahora esta ocupada... Ella, aún duerme. No sé por qué, no me gusta compartir mi cama, de vez en cuando dejo dormir a alguien en ella, pero, solo un rato, como ahora... Aún esta desnuda, tan solo cubierta por una sábana que, parcialmente la cubren dejando sus carnes a la sed del solitario; qué magnos glúteos, qué arriesgadas curvas... ¿Por qué son tan insustituibles las mujeres? Sigo fumando, y al exhalar una pitada, el humo le cae sobre sus negros cabellos..., son largos y lacios como miles de culebras que se arrastran sobre su salvaje piel... Oh... Recuerdo a Leyla... Leyla... ¿Por qué me dejaste Leyla? Yo te amaba como a nadie en la vida; quizás fue tu madre, pues yo no era mas que, el hijo de una mujerzuela; o quizás tuviste miedo de la intensidad de mi amor... Tus besos Leyla, tu cuerpo, tus ojos... Leyla, Leyla... eras el día para mí, y desde que me dejaste, solo vivo recordándote en la soledad de la noche, con un cigarro y el humo en mi garganta... Recuerdo la primera vez, en aquel frío rincón de una oscura calle, tu decías que no, y yo seguía mi instinto animal, siempre empujando, hasta penetrarte, y sellar en sangre la virtud de nuestra extasiante unión; comenzaste a llorar sin parar, y yo también me puse a llorar, y me postré a tus pies pidiéndote perdón, y tu..., o Leyla, o Leyla, cogiste mi sucio rostro y lo limpiaste con tus besos y tus lágrimas... Y Leyla... Me perdonaste. Nunca podré olvidarte, ¿Y ahora tú, me estarás recordando, como yo a ti...? Aún no se acaba mi cigarro, y tampoco la noche, pero veo que esta muchacha ya está despertando...
- ¡Búho! ¿Qué pasa... qué hora es? ... Oh, es tardísimo... ¡Oye Búho, págame! ¡Ah! Ya vi la plata... este, ¿quieres que venga mañana? ... Esta bien Búho... estás raro como siempre, espero que no me hallan seguido hasta aquí... Te dejo...
...Leyla, Leyla, por qué me dejaste... Leyla... El humo de esta pitada cae sobre las huellas de la cama, y nebulosas figuras ocupan el vacío dejado, casi huelo el tibio olor a mujer, casi es el mismo perfume... Leyla, en que vacío oscuro me has dejado... pero, tus recuerdos entibian mi nostalgia... Leyla... Leyla...
!Disparos! Algo ha ocurrido. A través de la ventana veo el rechinar de aquel coche, y una mujerzuela está tirada en medio de la calle, las luces de todos los edificios vecinos prenden sus ventanas, la gente se cuelgan insomnes a curiosear lo ocurrido...
Se acaba mi cigarro y veo que, no estoy tan solo... Hay muchos como yo.

Joe 24/07/03
Dedicado a Thide
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 3671
  • Fecha: 25-07-2003
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 4.55
  • Votos: 49
  • Envios: 0
  • Lecturas: 5293
  • Valoración:
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