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Categoría: Ciencia Ficción

Brillante (Parte Dos)

Nada sirvió para nada frente a la necedad de los encumbrados ejecutivos que solo pensaban en defender la postura de que los miles de millones invertidos en las máquinas estaban plenamente justificados a la luz de los resultados obtenidos en este primer test cibernético. Tres por ciento de optimización. Trescientos mil al mes. La empresa facturaba no menos de diez mil millones al mes.

Marcos fue sentenciado y querían ejecutarlo. Su plana de personal fue desperdigada por toda la extensión de la empresa y muchos fueron despedidos sin más.

Solo quedaba él. Solo en una planta de mil metros cuadrados donde únicamente se encontraban el polvo acumulado y su mesa vacía de trabajo. Pronto lo echarían de allí y lo pondrían a vegetar en alguna minúscula oficina en algún sótano olvidado quizás solo con una silla y una carpeta.

Es que la empresa no quería despedirlo. Su calificación junto a los honores y galardones ganados a través de treinta y cinco años lo hacían acreedor de una indemnización de no menos de dos millones y la compañía estaba dispuesta a dar batalla por esa suma de dinero jugando al desgaste con el hombre que tantos beneficios le había otorgado. Pero todo era cuestión de tiempo.

La consultora legal le había dicho a Marcos que de acuerdo a las leyes laborales la empresa debía retornarle un cargo análogo al que poseía en menos de seis meses o despedirlo inmediatamente, de lo contrario se vería inmersa en una maraña de reclamos que multiplicarían por cinco la suma indemnizatoria. Solo tenía que esperar. Solo era cuestión de tiempo.

De los seis meses habían ya pasado tres, pero habían parecido tres siglos. No debía incurrir en ninguna falta que lo hiciera pasible de un despido justificado y no tenía que contrariar a la empresa en ninguna de las ordenes que le impartiese dentro de sus facultades para con el.

Así fue que lo rebajaron sucesivamente de categoría recortándole el sueldo hasta lo que les fue posible y que fue mucho. Marcos tuvo que vender mucho de su patrimonio para acomodar su vida a su nueva realidad salarial. Pero no le importó. En tres meses tendría tres veces más.

Lo que si lo hería era ir al trabajo y desperdiciar ocho horas de su vida miserablemente.

Mientras tanto su representación legal mandaba demanda tras demanda a la compañía facturando por daños y perjuicios sumas abultadas que no hacían más que inflar considerablemente la suma de dinero que Marcos recibiría al final de este martirio. Obviamente la empresa estaba incurriendo en un notable error que se había gestado en un principio pues de haber pagado de entrada ahora estaría ahorrando dinero. Pero la política de la empresa era de defensa a ultranza de las decisiones de sus ejecutivos aunque estos estuvieran metiendo la pata hasta el cuadril. Le habían aconsejado inclusive que no hable con nadie para no generar argumentos de distracción del trabajo y evitar así que le aplicaran sanciones disciplinarias. Ese era pues el panorama del hombre que solo y en silencio esperaba que pasen estos tres largos meses por venir.  En eso pensaba cuando sonó el videófono de su mesa. Se preguntó que nueva tribulación encerraría esta llamada.

Como había descompuesto la pantalla exprofeso para no verle la cara a nadie (cosa que le valió una reprimenda por parte de su abogado, pues podría haber habido una sanción por atentar contra el patrimonio de la empresa) solo el sonido brotó del aparato cuando este fue activado.

- Marcos Glen, buenos días. - atendió Marcos.

- Señor Marcos, que placer verlo. Soy Antonio Perses. –

- Lamento no poder decir lo mismo Sr. Perses pero solo porque la pantalla de mi aparato no funciona. –

- Oh, que inconveniente. Pero me imagino que ya le habrán hablado de mí. –

- Usted viene a reemplazarme en la nueva plantilla de la sección de acuerdo a lo que me informaron. –

- Bueno...si, eso es lo básico, pero ¿que mas le dijeron de mí?  . –

- Nada más.- contestó Marcos.- ¿Que más debería yo saber?  . –

- Bueno, eso deberé consultarlo con mis superiores. De todos modos, Sr. Marcos, le ruego me conceda una cita para encontrarme con usted personalmente. –

- Venga cuando quiera. - recitó Marcos.

- Pero, no quiero interrumpir sus tareas ni importunarlo en... –

- No se preocupe. –

- Pues, bien...Ni bien hable con mis superiores lo visitaré. –

- Bueno... –

- Por mera curiosidad, y disculpe usted mi indiscreción pero, ¿cual es su situación actual en la empresa?  . –

- Por el momento no tengo tareas asignadas. Estoy rebajado de categoría y con sueldo severamente recortado en espera de mi despido. – ...(Sigue en "Brillante Parte Tres")

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