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Boxter ya no juega al tres en raya

Boxter llegó a casa de Carlos por su cumpleaños. Había sido un regalo de su tía Raquel, que trabajaba en un laboratorio de Australia. Era un "robot de última generación", le decían los mayores a Carlos. Pero él lo único que quería era alguien con quien jugar. Se aburría mucho en casa desde que su hermano se había ido a estudiar fuera. Así que le daba igual de qué generación fuese Boxter. 
Su robot sería desde entonces su particular compañero de juegos y a él con eso le bastaba. 

Boxter era un robot capaz de jugar al tres en raya y a la oca como un humano. Razonaba y hasta a veces hacía trampas. Sabía incluso diferenciar olores y te avisaba si se te estaba quemando algo en la cocina. Era muy útil también para ir de compras porque podía decirte si algo era de tu talla sin necesidad de que te lo probaras.

Además, sacaba a pasear al perro y, como estaba configurado por un científico, siempre respetaba los semáforos y cruzaba la calle por el paso de cebra. 
En la huerta de la familia de Carlos también era muy útil, porque era capaz de distinguir los tomates maduros de los que estaban todavía verdes. Boxter sabía cómo había que plantar las semillas y cuándo había que regarlas. 

Aunque a Carlos todas estas cosas todavía no le llamaban mucho la atención porque al fin y al cabo era sólo un niño. A él lo que más le gustaba era no tener que sacar al perro y, sobre todo, poder jugar a todas horas. Empezaron a jugar al tres en raya, a hacer puzles juntos, a dibujar e incluso a hacer los deberes. 
Los padres de Carlos estaban tranquilos porque la tía del niño había configurado a Boxter para que le ayudase con sus tareas gracias a que tenía incorporados una enciclopedia y un mapamundi interactivo. 

Poco a poco, los meses fueron pasando y al llegar mayo Carlos ya casi no quedaba con tus amigos. Daba la sensación de que le bastaba con Boxter para jugar y sus padres empezaron a preocuparse. Desde su cumpleaños, cuando le habían traído al robot, el niño sólo había quedado un par de veces con sus amigos y una de ellas era porque había sido el cumpleaños de su mejor amigo. De modo que decidieron hablar con la tía de Carlos.

En verano, cuando la tía de Carlos volvió de Australia, le dijo a su sobrino que iba a tener que desconectar a Boxter porque sus compañeros del laboratorio habían encontrado un fallo. 

Al principio Carlos se enfadó mucho y no quiso salir de casa. Llevaba tanto tiempo sin ver a sus amigos que pensó que no querrían que jugase al tres en raya o a la oca con ellos. Pero se equivocó. Los niños le recibieron con los brazos abiertos y Carlos volvió a disfrutar de la compañía de sus amigos.

Datos del Cuento
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