Esta historia sucedio´ hace ya largos años. Por aquel entonces, una pequeña aldea corría grave peligro, el enemigo se había propuesto destruirla. Los viejos, las mujeres y los niños abandonaron sus casas y se fueron lejos. Se llevaron todo, solamente se les había quedado olvidado unos animalillos, los murciélagos de la torre de la iglesia. Adelaida, no pudo soportar la idea de que a los pobrecillos les pasara algo quedandose solos, volvió al pueblo los descolgó de la viga en que dormían y se los llevó con ella. Una vez que encontraron sitio donde vivir, Adelaida construyó una pequeña iglesia de madera y puso enseguida a los murciélagos en la torre. Todo le iba muy bien al pueblo tenían abundante cosecha y eran muy felices, con lo cual el alcalde decidió derribar la iglesia de madera y hacer una mejor de piedra, al derribar la iglesia dieron muerte a los pobrecillos murciélagos antes de que Adelaida pudiera impedirlo. Desde ese día la buena suerte abandonó al pueblo, vinieron inviernos muy duros, y las cosechas fueron escasas, la única excepción fue Adelaida, en su jardín siempre era verano, e incluso en pleno diciembre rebosaba de flores. A ella nunca le faltó de nada.