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Categoría: Sueños

-SIN TITULO-

Estas nominado para salir de la casa de gran hermano-. Se escuchaba en la televisión mientras Matías hacìa la tarea sobre la mesa, apenas iluminada por una lámpara llena de telarañas. Su mamá estaba pendiente del programa, con esa expresión que se pone cuando miramos el fuego...con las manos apretadas abollando el repasador.
La televisión estaba tan alta que Matías no se podía concentrar, y el examen determinaría si terminaba la secundaria o si tendría que ir a marzo. La noche estaba tan presente que sus emancipadores la vociferaban, grillos y una gigante luna, que altivez...si hasta llegaba su luz hasta la virome que había arrojado con frustración. De todas formas la ciudad se callaba en la noche, pero morón era muy ruidosa por la tarde, todos apurados, reclamándose exigencias y frustraciones que no eran mas que el resultado de sus vidas estructuradas.
Pero si de algo se diferenciaba Matías, era su recelo, su indiferencia hacia esas cosas.
El tiempo pasaba, y pasaba y Matías no sentía la necesidad de leer lo que le parecía vago y sin sentido, pero una opresión lo segaba y retomaba con tozudez su labor, y la tele parecía multiplicarse en notas mas agudas que lo molestaban.- cuando algo te molesta, parece que se reproduce -.
Agarró su libro y se fue a su cuarto, la madre no lo noto porque era el momento decisivo del programa... Matías pensó: “ si le hace bien a ella, no me puedo quejar”. Se encerró en su cuarto y tiro los libros en la cama, la habitación era pequeña, pero la luz de la luna entraba de lleno sin piedad por la ventana, el asomò la cabeza y miro a la calle que estaba algo vacía. la esquina estaban sus amigos que ni lo notaron, Sebastián, el tucu, martín. Tomaban una cerveza, “!que ganas de ir!” Pensó. Mas allá de la calle, la avenida ruidosa separada parecía no necesitar a la naturaleza, pues brillaba con su propia luz. Se juntó su pelo semi largo, y se tiro de una en su cama esponjosa sin hacer, que daba justo de frente a la ventana y a la puerta del lado contrario, ¡que contraste!. Se puso a leer.
Estuvo así un rato hasta que le agarro hambre, fue a la cocina y su mamá ya había puesto la mesa y le dijo; - Matu vamos a esperar a tu papá y comemos, si?-.
-Bueno-. Contestó él de una vez.
-¿Terminaste de estudiar?-. Le pregunto la madre mientras ponía un bife en la sartén.
-Si má-. Y se calló. Le giraban miles de preguntas, mientras miraba a su mamá ataviada de un vestido color rojo con flores amarillas, viejo, aunque ella no lo fuera en lo absoluto. Quería indagar, preguntarle porque tenia que hacer algo que no le gustaba, porque iba a terminar ella haciendo lo que no le gustaba...si siempre había querido ser abogada, porque ahora el humo del bife inundaba todo con su olor y sus grasa salpicaba su vestido. Se sentía muy solo, apoyado sobre la mesa con la pera sobre los brazos cruzados, la miraba con sus ojos grandes y marrones, su apariencia de dejadez y su melancólica mirada. ¡Cuántas cosas quería él decir!; la chica nueva que había conocido, su orgullo propio de estar estudiando mientras otros vivían, las muchas cosas que él sabia y que no habían notado, la paciencia de contenerse siempre. El significado que le había encontrado a su vida. Pensaba : - El camino no lleva hacia la libertad, sino que la libertad nos construye el camino-.Sonreía al oírse solo, ¿acaso valía la pena ser libre así?, ¿¡con el camino armado¡?.
Se escucho la puerta él sabia que era su papá, pero no se movió, tal vez porque esa persona grande no representaba sus juveniles, reveldes e idealistas 17 años, mas aun era su contra...la madre salió a recibir a su esposo, secándose las manos con un nervioso ritual como cuando hay que confesar un error. Este es mi momento dijo Matías, ahora si, voy a decirles que quiero ser libre, tomar el toro por las astas, comer de mi propia cosecha, imaginar hermosos viajes de soledad abrasadora, inundarme de poéticas lenguas mis sentidos, confesar mi amor a mi musa ( se rió al recordar a Rubén Darío), ser y solo ser, su repentina vorágine crecía mientras su papá entraba por la cocina y besaba a su esposa secamente. Matías pensó; - si tan solo se asomara una luz, un pie para plantar mi certeza, que se me presente sin vacilar como la luz de la luna, chocando mis sentidos-. Necesitaba el último empujón, ahora es el momento, basta de torturas. Estaba por escupir su estupor y sinceridad, cuando su padre lo interrumpió y le dijo:
-hola Matías, y, ¿estudiaste?-.
Datos del Cuento
  • Autor: Elgriego
  • Código: 14478
  • Fecha: 06-05-2005
  • Categoría: Sueños
  • Media: 5.37
  • Votos: 46
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2855
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